Turquía y Armenia firmarán el sábado en Zúrich (Suiza) acuerdos destinados a normalizar las relaciones bilaterales, envenenadas por la cuestión del «genocidio» armenio, anunció hoy Rusia, mientras los principales protagonistas guardaban silencio.
«La firma de documentos turco-armenios, fijada para el 10 de octubre en Zúrich, conducirá al camino de las relaciones entre Estados normales entre Armenia y Turquía», declaró Andrei Nesterenko, portavoz de la cancillería rusa durante su conferencia de prensa semanal.
Armenia y Suiza, mediador entre ambos países, no han confirmado hasta ahora la fecha del 10 de octubre, inicialmente anunciada por Ankara.
Rusia, aliada de Armenia, fue invitada a la ceremonia de la firma, señaló la prensa turca.
«Hay que esperar una declaración en breve de Suiza, y no de Armenia o Turquía. Nosotros no dimos una fecha específica, pero dijimos que (la firma) tendría lugar lo antes posible», había declarado poco antes el ministro turco de Relaciones Exteriores, Ahmed Davutoglu, a los periodistas en Ankara.
El canciller turco dijo que «no tenía dudas» de que la firma tendría lugar muy pronto, pero no dio una fecha.
Turquía y Armenia, enfrentados por una mortífera historia común, anunciaron en agosto pasado que se habían puesto de acuerdo en dos textos que prevén fundamentalmente el establecimiento de relaciones diplomáticas y la reapertura de su frontera.
Los dos países tienen mucho que ganar con una reconciliación. Turquía espera que la misma impulsará sus negociaciones de adhesión a la Unión Europea, mientras que Armenia, enclavada y sin recursos petroleros, saldrá del aislamiento.
Estos protocolos deben ser ratificados por los dos Parlamentos para que sean aplicables. Aunque los gobiernos de Ankara y Erevan disponen de una mayoría suficiente, ese proceso podría llevar cierto tiempo.
Lo que ocurre con Armenia «afectará a nuestra dignidad», declaró el líder de los nacionalistas turcos, Devlet Bahceli.
Del lado armenio, el presidente Serge Sarkissian fue recibido por manifestantes encolerizados de la diáspora, en cada etapa de su gira por Francia, Estados Unidos y Líbano.
La cuestión del «genocidio» armenio, de 1915 a 1917, está en el centro de la polémica.
Durante la decadencia del Imperio Otomano, las fuerzas otomanas mataron a más de un millón de armenios, considerados como una amenaza para la seguridad del imperio, según los armenios, que califican esos acontecimientos de genocidio, al igual que Francia, Canadá y el Parlamento Europeo. Turquía siempre lo desmintió, hablando de matanzas recíprocas.
El diferendo se agravó en 1993, cuando Erevan apoyó a los independentistas del Alto Karabaj, un enclave armenio en el territorio de Azerbaiyán, un país musulmán de lengua turca. A partir de ese incidente, Turquía cerró su frontera con Armenia.
Los dirigentes turcos declararon que esa frontera no sería reabierta hasta que Armenia retirase a sus tropas de esa región.
Por su parte, Armenia rechaza toda relación entre el Alto Karabaj y el proceso de acercamiento con Ankara.