Roma vivió una jornada histórica hoy al inaugurar dos espectaculares museos dedicados al arte contemporáneo, diseñados por dos célebres arquitectas, la anglo-iraquí Zaha Hadid y la francesa Odile Decq y concebidos para alojar la cultura del tercer milenio.
El duelo entre dos prestigiosas figuras de la arquitectura se transformó en un momento único para la Ciudad Eterna, que abre dos nuevos espacios al arte moderno, un desafío frente a su valioso patrimonio artístico e histórico.
El llamado MAXXI (Museo Nacional de las Artes del Siglo XXI) de Hadid, con sus enormes salas de cemento armado y llamativas formas, iluminadas en gran parte con luz natural, aspira a convertirse en un referente para instituciones artísticas públicas y privadas tanto en Italia como a nivel internacional.
«Quise rendir homenaje a Roma, a su fantástica luz y a su increíble historia estratificada», aseguró Hadid, quien ideó espacios generosos, inundados de luz, con transparencias y juegos de espejos.
Ideado como un lugar abierto a la experimentación, en contraste con las callejuelas estrechas de Roma y construido donde se levantaba un cuartel militar en un barrio residencial del siglo XIX, MAXXI abre las puertas al público el 30 de mayo luego tres días de festejos.
Para la inauguración fueron programadas cuatro exposiciones, menos novedosas que lo esperado, según críticos y observadores, pero que deberán atraer un público acostumbrado sobre todo a admirar obras maestras de un lejano pasado.
Además de la selección de esculturas, videos, pinturas e instalaciones de la colección permanente bajo el lema «Espacio», fue programada una exposición dedicada al controvertido artista italiano Gino De Dominicis, cuyo célebre esqueleto de 24 metros de longitud con nariz larga y afilada, realizado antes de morir en 1998, adorna la entrada como una invitación a ver la vida con jocosidad.
La imponente estructura de Hadid, que hospedará los diferentes lenguajes del arte contemporáneo, tuvo un nacimiento difícil y lleno de contratiempos después de que fue seleccionada en 1998 en un concurso internacional lanzado por el entonces gobierno de izquierda.
«Es una gran joya, hay que ver ahora cómo la tratarán», comentó a la AFP la ex ministra de Cultura Giovanna Melandri, quien ideó el concurso, mientras admiraba trabajos tan disímiles como la videoinstalación del italiano Francesco Vezzoli o las minimalistas piezas de granito del brasileño Iran do Espiritu Santo.
El museo, de 21.200 metros cuadrados, de los cuales 10.000 para salas de exposición, costó nada menos que 150 millones de euros.
Menos costoso (20 millones de euros) pero igualmente espectacular, es la ampliación del Museo de Arte Contemporáneo de Roma, MACRO, en otra zona de la ciudad, realizado en un edificio de inicios del siglo XX y cuyos nuevos 10.000 metros cuadrados fueron proyectados por la excéntrica arquitecta francesa Decq.
«El museo negro de corazón rojo», cuenta con espacios de un blanco inmaculado para las exposiciones tanto temporales como permanentes.
«Aquí la ciudad entra en el museo y el museo sale a la ciudad», explicó la arquitecta, quien juega con las alturas, reflejos, escaleras y fachadas.
En la sala principal han sido instaladas las obras de uno de los pilares de llamado Arte Povera, Jannis Kounellis, así como una enorme pintura del padre del pop italiano, Mario Schifano, junto a la instalación del indio Subodh Gupta.
En la mitad del primer piso, rigurosamente negro, sobresale un volumen rojo, dentro del cual concibió un auditorio.
En el último piso, como un abrazo a Roma, se llega a la enorme terraza al aire libre, una plaza más con su fuente, a la que se podrá acceder libre y gratuitamente para gozar del magnífico panorama.
«Es mi regalo a la ciudad», comentó a la AFP Odile Decq.