Inacif y Svet reportan 3 mil 261 violaciones sexuales de niñas y adolescentes en 2013


INFOGRAFIA

Estadísticas del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif) y de la Secretaría contra la Violencia Sexual, Explotación y Trata de Personas (Svet), indican que de enero a agosto de 2013 se reportan 3 mil 261 violaciones sexuales de niñas y adolescentes guatemaltecas.

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POR MARIELA CASTAÑÓN
mcastanon@lahora.com.gt

Víctima: “En mi casa se vivieron tres violaciones, mi mamá decía que teníamos que aguantarlo”

Mientras que al Organismo Judicial han ingresado solo 439 casos de violaciones y la Policía Nacional Civil (PNC) ha capturado a 273 personas que intentaron o abusaron sexualmente de mujeres de diferentes edades.  Más allá de las cifras, detrás de un abuso sexual hay una niña afectada, con cicatrices de dolor que interrumpirán su desarrollo integral, su entorno y su forma de vida.

En Guatemala, las violaciones sexuales se han convertido en una costumbre que no se cuestiona.  Los propios miembros de las familias en las que suceden los hechos fortalecen los círculos de impunidad con su silencio, y dañan física y psicológicamente a las niñas y jóvenes, que son vistas como “propiedad” de los hombres que integran esos hogares.

“Lucía” es una joven de 25 años, originaria de San Andrés Semetabaj, Sololá, quien a los 10 años fue abusada sexualmente por el hermano de su padrastro, un hombre que también violó a su hermanita de 7 años. 

Sin embargo, las violaciones ocurridas en esa familia, más que delitos, parecen tradiciones que se heredan de generación en generación, pues la madre de las afectadas sufrió lo mismo con su propio padre.

Ninguna de las tres mujeres afectadas pudo denunciar a sus agresores, que en algunos casos tienen el “desagrado” de seguir viendo.  Uno de los factores más preocupantes es que esas prácticas de violencia deben “aguantarse”, tal como relató Lucía a La Hora.

“Yo sufrí abuso sexual por parte de un tío, hermano de mi padrastro. Yo crecí con él y al llegar a los diez años no entendía sus palabras.  Él decía que yo estaba bonita y me abrazaba –yo no entendía–.  Un día llegó, mis papás no estaban y me dejaron al cuidado de él. Me tocó, me abusó, me amenazó con que le iba a pasar lo mismo a mis hermanitas de 7 y 5 años si yo abría la boca”, relata la joven, quien aún está muy afectada.

Lucía dice que este hombre abusó sexualmente de ella durante varios años, pero lo que más lamenta es que a los 16 otro familiar también intentó violarla, aunque derivado de su primera mala experiencia se fortaleció y no permitió otra violación sexual.

“Un tío de mi propia sangre también lo intento hacer cuando ya tenía 16 años, pero ya me sabía defender, lo intentó muchas veces.  Empujaba mi puerta, me atormentaba, todo esto fue muy difícil.  Hoy soy madre y estoy casada pero me afectó, fue un proceso bastante grande para entender lo que me estaba pasando, para poder superar lo que había vivido.  Tengo 25 años y llevo 5 años trabajando para acabar con todo esto, no podemos seguir permitiendo que siga pasando, necesitamos mucha información para nuestra niñas, nuestras comunidades y nuestra sociedad”, dice la sobreviviente de violencia sexual.

La entrevistada refiere que inicialmente su familia no creyó el abuso cometido de “su tío”, sin embargo, su progenitora sabía lo que había sucedido pues también fue víctima de abuso sexual por su propio padre y conocía la situación a la que estaba expuesta.

“Lo peor de todo es que en mi casa se vivieron tres violaciones. Mi mamá decía que teníamos que aguantarlo porque eso le había pasado a ella con su papá. Mi abuelito abusaba de mi mamá. En nuestra cultura se da, en mi departamento, en mi municipio no hay un solo registro de denuncias de abuso sexual, de incesto.  En mi casa se vivieron en tres personas, y no hay ninguna denuncia”, reitera Lucía.

La joven intenta luchar a diario con el trauma de las agresiones y apuesta por erradicar las violaciones del país, aunque sabe que es un proceso largo porque en comunidades como San Andrés Semetabaj no hay registros de violaciones sexuales, a pesar de que son recurrentes y muchas.  Ella trabaja en la Asociación Defiende para prevenir la violencia sexual en niñas y niños de su comunidad. 

CIFRAS DOLOROSAS

Según el Inacif y la Svet –adscrita a la Vicepresidencia de la República–, hasta agosto de este año se reportan 3 mil 261 violaciones sexuales de niñas menores de 18 años, mientras que el año anterior se registraron 2 mil 478.

Aunque cada institución involucrada y encargada en recopilar o atender esta problemática maneja diferentes cifras, cada una ofrece un indicador de la situación.

Por aparte, el Centro de Información, Desarrollo y Estadística Judicial (Cidej) del Organismo Judicial (OJ), indica que a los órganos jurisdiccionales del ramo penal han ingresado un total de 439 casos de abuso sexual: 284 por violación, 127 por violación con agravación de la pena, 2 por violación a la intimidad sexual y 26 por actividades remuneradas con personas menores de edad. A la fecha se lograron 119 sentencias entre absolutorias y condenatorias, aquí se incluyen los casos de niños –no se específica cuántas son de niñas-.

En 2012, el Inacif y Svet reportaron 2 mil 478 abusos sexuales en contra de niñas.  El sistema de justicia documentó 932 casos ingresados en niñas menores de edad: 660 por violación, 230 por violación con agravación de la pena, 4 por violación a la intimidad sexual, 38 por actividades sexuales remuneradas con personas menores de edad. El OJ emitió 505 sentencias absolutorias y condenatorias –no se específica cuantas fueron de niñas y niños-.

En el caso de la PNC, este año capturó a 273 personas sindicadas de intentar o abusar sexualmente de mujeres.  El año anterior detuvo a 380.

En los registros policiales se cuantifican 295 víctimas de abuso sexual –menores de edad–, y 395 en 2012.

NIÑAS-MADRES

Según Mirna Montenegro, del Observatorio de Salud Reproductiva (Osar), como consecuencia de la violencia sexual, muchos de los abusos terminan en embarazos; de enero a agosto se han documento 1 mil 422 partos entre los 10 y 14 años.

“Nosotras somos una alianza que hace el monitoreo del cumplimiento del marco legal, en salud sexual y reproductiva, uno de los temas que seguimos es el de los embarazos en menores de 14 años porque según la Ley contra la Violencia Sexual, Explotación y Trata son delitos de violencia sexual toda relación sexual con una menor de 14 años”, dice Montenegro.

“Tenemos estadísticas desde el año 2008, de enero a agosto del 2013 estamos hablando de un mil 422 partos entre los 10 y 14 años, pero si nos vamos al año 2012 tenemos 4 mil 222 partos entre 10 y 14 años, el año 2011 hablas de 3 mil 800 partos. El problema es una realidad en Guatemala”, explicó.

Los departamentos identificados con mayor número de embarazos en niñas pequeñas son Huehuetenango, Alta Verapaz, Petén, Quiché y Guatemala.

Montenegro dice que se ha comprobado que en un 90 por ciento de los casos registrados, la violación es cometida por alguien cercano a las niñas: el padre, el abuelo, el tío, o el vecino. 

Según la profesional, cuando el Ministerio Público (MP) recopila la historia de una víctima embarazada, se devela que todas las niñas e incluso niños del núcleo familiar han sido abusados sexualmente.

“Cuando hay un embarazo es que se descubre y al levantar la historia tienes un agresor que viola a todas las niñas de la casa y a todos los niños también.  Hemos encontrado que son violaciones continuas, no son fortuitas, son niñas que te dicen que sufrían desde los 5, 7 o 9 años y lo van comprendiendo cuando la educación sexual llega a sus aulas”, explica.

La representante de Osar indica que los casos de embarazos en adolescentes se dividen, para su análisis, en dos grupos y en este tema influyen diversos factores como la pobreza y la falta de educación.

“Cuando hablamos en embarazos de adolescentes lo primero que tienes que hacer es dividir el embarazo en dos: el que depende de violencia sexual, esos son todos los embarazos entre los 10 y 14 años y aquellos que se dan entre los 15 y 19 años, cuando tú ves las causas de estos embarazos, primero puedes decir que tiene mucho que ver la pobreza porque es cierto este fenómeno se da cuando hay más pobreza, cuando no hay acceso a educación; la condición de género tiene mucho que ver, las niñas crecen pensando que su futuro es encontrar una pareja y tener hijos, ahí se acabó la vida, es difícil que encuentres a una niña a la que le formen la idea que tienen que estudiar, que tiene que trabajar, que tiene que viajar.  La condición de género de las mujeres”, dice.

Montenegro concluyó en que el sistema patriarcal y machista prevalece en estas prácticas de violencia, donde a las niñas se les ve como un objeto.

“Hemos tenido casos de papás que han dicho mejor la uso yo primero y después se la doy a otro. En Baja Verapaz tuvimos una niña de 13 años que se fugó dos veces de su casa porque su mamá quiere casarla con un hombre de 45 años y ella no quería, eso es una condición de género”, reitera.

El Osar apuesta por difundir mayor información sobre los métodos de planificación familiar, pues si una menor sufre una agresión sexual sabe que tiene que ir al centro de salud y así evitar un embarazo, pero esto no sucede en los hogares guatemaltecos, porque la información se esconde y las violaciones se develan solo cuando la niña va a dar a luz.

La profesional agrega, que la sensibilización en el Ministerio de Salud y Educación también debe fortalecerse, así como las investigaciones del sistema de justicia.  Por otro lado, refiere que el papel de la Procuraduría General de la Nación (PGN) debe orientarse para velar por los derechos de las niñas afectadas.

Montenegro concluye en que la solución de este problema es trabajar en los patrones de conducta, de costumbres; crear políticas públicas para que las niñas tengan mayores oportunidades, mientras más educación y formación tengan, menos expuestas estarán a una violación.

“Yo sufrí abuso sexual por parte de un tío, hermano de mi padrastro. Yo crecí con él y al llegar a los diez años no entendía sus palabras.  Él decía que yo estaba bonita y me abrazaba –yo no entendía–.  Un día llegó, mis papás no estaban y me dejaron al cuidado de él. Me tocó, me abusó, me amenazó con que le iba a pasar lo mismo a mis hermanitas de 7 y 5 años si yo abría la boca”.
Lucía
Víctima de violación sexual