El actual Gobierno presidido por ílvaro Colom y muy de cerca secundado por doña Sandra Torres, ha luchado por desarrollar y mantener programas que aportan un subsidio directo a las madres solteras, a los niños que se encuentran en situación de desnutrición, para que se les alimente mejor, para que asistan regularmente a las escuelas públicas y a los centros de salud.
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De mi parte no ha habido crítica u oposición al hecho, aun cuando reconozco que deben existir registros claros y exactos de a quienes se les entregan los subsidios evitando así errores o abusos.
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A diferencia de muchos y aún cuando el aumento de impuestos directos perjudicaría a todos los miembros de mi familia y a la mayoría de mis conocidos y amigos, abogo porque en Guatemala se paguen impuestos de conformidad a la capacidad de pago. Insisto que los impuestos indirectos no son el camino porque proporcionalmente los pagan los más pobres, los más necesitados, los que dependen de un salario fijo y un ingreso fijo.
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Por esa misma razón, como se puede comprobar, siempre he defendido el reajuste de los salarios mínimos, de las bonificaciones y no sólo los he defendido sino que he sido parte activa -pública y privadamente- en bregar y abogar para que como mínimo, año con año, se actualicen.
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De los cuatro años en el que el Gobierno del que fui parte actualizó el poder adquisitivo de los salarios y les devolvió parte de su capacidad adquisitiva, dos de los acuerdos gubernativos que realizaron esta función los firme en mi calidad de presidente en funciones.
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También, como le consta a los diputados de la bancada del FRG, propuse, luché y apoyé el subir la bonificación salarial de Q50 a Q250, aspecto que como consta en varias de mis opiniones publicadas, he insistido en que debe aumentarse nuevamente.
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Lo que no puedo apoyar o justificar es que los subsidios se le den directamente a los empresarios, porque la experiencia demuestra que eso sólo significa aumentar las utilidades de estas personas. Ejemplos: cuando se exonera la importación del maíz no baja el precio del pollo, huevos o concentrados; cuando se exonera el impuesto de las harinas, tampoco se ve que el pan y demás productos bajen de precio. Por el contrario, los pocos empresarios que monopolizan la harina, los huevos, el pollo y demás productos de la canasta básica simple y sencillamente multiplican sus millones. En el mejor de los casos benefician a algunos de sus empleados porque compran un yate más grande o cambian su jet o helicópteros por unos más modernos, lo que los obliga a mandar a los pilotos y mecánicos a un nuevo curso de entrenamiento pero por lo demás no desbordan; es decir, que el círculo virtuoso se queda sólo dentro de su familia, empresa y talvez lo único que harán, además de lo ya mencionado, será alguna donación a través de la fundación que lleve el nombre de sus abuelos.
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De todos los subsidios, el más oneroso y que menos resultados ha producido en nuestro país es el subsidio al transporte urbano de personas, ahí el actual Gobierno tendrá pocos aliados, a diferencia del Programa de Cohesión Social, porque el subsidio se lo destina a dos mil o tres mil ineficientes empresarios que nunca van a dejar de llorar y reclamar más plata, pero históricamente han prestado un pésimo servicio público de transporte en la capital.