El 13 de septiembre/07 el New England Journal of Medicine (NEJM) publica el análisis de un libro intitulado: Impotence: a cultural history, y cuyo autor es el Dr. Angus Mc Laren y, para quien, la impotencia, es mucho más que una disfunción eréctil.
Desde el advenimiento de los denafiles, de los cuales el primero fue la Viagra, hace 10 años, se ha hecho aún más énfasis en el logro de una erección como el factor crucial para el logro de una vida sexual satisfactoria entre marido y mujer.
El Dr. Mc Laren hace un análisis de lo que él llama una «masculinidad sexual inadecuada», tanto desde el punto de vista histórico como cultural y revisa a griegos y romanos y posteriormente la edad media y se escandaliza cuando se encuentra conceptos de verdad tan erróneos que frisaban en la crueldad. Sirva de ejemplo el caso de aquel marido a quien la mujer lo acusaba de impotente y a quien se le obligaba a someterse a un examen médico y a demostrar, en público, su habilidad para tener una erección. ¡!Qué tal!!
Aún no he leído el recién publicado libro y por lo tanto pueda ser que la revisión hecha por la Doctora Ivonne M. Marshall y publicada por esa famosa revista científica no refleje integralmente su contenido, pero ya lo he pedido.
Mc Laren menciona los casos de las esposas que aún cuando tengan un marido con adecuado funcionamiento eréctil, no gozan de un acto conyugal, ¿no son casos de impotencia sexual?, se pregunta el autor. Y aquellos otros esposos de la tercera o cuarta edad a quienes los años han privado de cualidades y capacidades físicas pero que sí saben acariciar a la esposa. ¿son acaso impotentes a pesar de la disfunción eréctil?
El Dr. Mc Laren hace también referencia a lo macho y lo masculino considerados desde los clásicos griegos y romanos. Lo macho se sabía era determinado por los caracteres físicos, biológicos y genéticos, por lo cual es diferente a la masculinidad. Según Mc Laren, ésta es una característica que se adquiere, se gana, se demuestra y se establece. (??.a property that must be acquired, earned, demostrated and established).
Por otra parte, la definición de «funcionamiento sexual adecuado» (adequate sexual performance) aún cuando ha evolucionado, persiste girando alrededor de tres características: la capacidad de tener y mantener una erección, la capacidad de procrear hijos, y la capacidad de complacer a la mujer (?..and to sexually pleasure women).
Los denafiles (Viagra, Tagazepín, Levitra, etc.) son solamente una respuesta limitada a una condición muy especifica en el problema de la impotencia, la cual amerita enfoques mucho más integrales en los que el eros, el amor, es el factor más indispensable y el más frecuentemente olvidado.
Pero, los mencionados denafiles tienen, indudablemente, su adecuado lugar. Los visitadores médicos, que nos llevan al consultorio las consabidas muestras nos las presentan en sus tres diferentes dosificaciones, «la de a 25, para no quedar mal», «la de a 50, para quedar bien», y «la de a l00, para lucirse, mi doctor», pero la cosa no es así de sencilla, y precisa saber la diferencia entre «inadecuada sexualidad conyugal» y «disfunción eréctil».
Según la descripción que en el NEJM se hace del libro, es una muy completa revisión del tema y será muy bien vendido. Cuando ya lo haya leído, les contaré más sobre ese interesante tema.