En 1985 escribí que “el proceso educativo de los niños ha sido y sigue siendo un proceso de tres etapas: 1. Padres y familia (menos 9 meses a cuatro años). 2. Educación formal-Preprimaria, Primaria, Secundaria y Postsecundaria (4 a…). 3. Estudio individual continuado (toda la vida). Casi doce años después escribí “La Lectura se inicia en-útero”.
Cuando los educadores hablamos, temo que en nuestras opiniones y explicaciones de teoría educativa, en muchos casos, damos por hecho que nuestra audiencia estudiantil posee todos los elementos positivos necesarios para un desarrollo normal y continuado, grado tras grado, cumpliendo con una serie de contenidos requeridos en su enseñanza, olvidando que no todos los niños tienen las mismas oportunidades.
Para sentar la base del presente artículo, quiero apuntar varios datos de Guatemala que pueden alterar la “normalidad” en la educación. El 50% de los niños menores de cinco años sufren desnutrición. Alrededor del 50% de las familias son desintegradas. En lugares del interior de la República, todavía el porcentaje de analfabetismo es muy alto. Las estadísticas demuestran un porcentaje debajo del 20%; sin embargo, en ciertos departamentos y ciertas áreas, la cifra es mayor al 50%, especialmente en la mujer. Se estima que alrededor del 50% de los niños y jóvenes son menores de treinta años de edad.
Tomando en cuenta esos datos, hay que hacer cambios de fondo en cómo enseñamos a los alumnos. Sí, hay que atender los grados de la etapa dos, apuntada anteriormente; sin embargo, para cumplir a cabalidad con ella, es necesario que los años anteriores, la “educación inicial”, exista y que sea de una excelencia educativa que enfatice (igual que en los otros niveles formales), el desarrollo del lenguaje.
¿Cómo hacemos para que los niños pertenecientes a “los datos” anteriores puedan tener las mismas oportunidades para iniciar sus vidas igual a otros más afortunados? No solo es la madre quien tiene que cuidar su dieta, emociones, tranquilidad; es saber que desde los seis meses el feto escucha los sonidos del ambiente exterior. ¿Será que las madres de “los datos” saben estimular el lenguaje del bebé en útero?
Entonces educadores, tenemos que formular un programa oficial o no, para ayudarlas a saber el cómo deben las madres iniciar en iguales oportunidades, la vida de sus hijos.
Al nacer, la familia tiene la obligación de proveer el ambiente adecuado y los estímulos que permitan un crecimiento continuo; pero si las familias son de “los datos”, ¿cómo lo hacemos?
Cada vez más, el proceso educativo se vuelve más complejo en sus exigencias y más complicado en la cobertura geográfica, no digamos el dinero requerido para hacer realidad el apoyo educativo.
¿Qué hacemos para que los niños de “los datos” puedan continuar teniendo las mismas oportunidades para desarrollar su lenguaje igual a los otros?
Hablamos de los años previos a entrar a la educación formal. ¿Será que los niños de “los datos” estarán listos para entrar a la etapa formal educativa?
Para preparar a los niños, no se pueden saltar las etapas. Un niño con una madre malnutrida y en situación de pobreza, no nace con las ventajas que otros niños y cuando continúen las mismas condiciones, peores serán las oportunidades de iniciar (cero a 4 años) su vida con las ventajas para tener un lenguaje abundante y por ende tener una lectura de “CAFÉ” (Comprehension, Accuracy, Fluency y Extended vocabulary).
Continuamos la semana entrante.