El incendio ocurrido ayer en La Terminal pone de manifiesto, una vez más, la urgencia del reordenamiento de la ciudad para hacer de ella un lugar humano, habitable y digno del tercer milenio. Nuestro fracaso en el intento, sin embargo, ha hecho de la metrópoli un lugar difícil de vivir y de pocos motivos para sentirnos orgullosos de ella.
No, no digo que es la ciudad más fea del mundo, ni una de las peores. ¿No le parece tonto la publicación que dio tanto de qué hablar? Me refiero a que al eterno Alcalde de Guatemala, Álvaro Arzú, ha fracasado en el intento por la modernización de la ciudad capital. Sí, reconozcamos que ha hecho puntos, ciertos retoques en la zona uno, la creación de mercados y mejoramientos de ellos, reglamentaciones del espacio público. No todo ha sido negro en su gestión.
Pero su visión (creo que sí la tiene) se ha topado con los líderes de La Terminal que se aferran a estar en un lugar que muchos juzgan inadecuado. Esas son batallas complicadas que requieren no solo cintura política, voluntad, recursos, sino también contextos favorables para ser aprovechados en su momento. Lo que hay ahora, empero, es una especie de resignación, una capitulación que indica que le deja el problema a la próxima administración.
Pero lo de La Terminal es apenas un pretexto para indicarle al señor Arzú que su trabajo dista mucho de las expectativas de los ciudadanos de la ciudad. Tanto los que votaron por él como los que no lo hicieron o se abstuvieron, desean que su empresa dejara más huella para bien de los guatemaltecos. Que fuera más incisivo en temas medulares, sin que esto indique que no se aprecie sus esfuerzos en otras iniciativas.
Eso pasaría, por supuesto, en acciones que trascienden el trabajo de escritorio. Porque burócratas hay suficientes en la Muni. No hablo de planes y diagnóstico, me refiero a iniciativas concretas realizadas por gente competente y de buena actitud. Capacidad de diálogo, trabajo de campo en las comunidades, con grupos organizados, ejecutorias sinceras.
Al escribir esto no puedo dejar de pensar en actores al estilo de Enrique Godoy quien en su paso por la Muni cumplió con muchas de las características mencionadas. Se trataría de un empeño en el que no prive exclusivamente el interés político ni económico, sino el bienestar del país y su gente.
Dudo que a estas alturas pueda sorprendernos el Alcalde con algo distinto, pero imploro un milagro. Desearía más acciones de fondo, un mejor transporte, mejoramiento del servicio de agua, cuidado de las comunidades, atención al problema de la basura… en fin, el sueño de una ciudad que no sea un mercado.
Reordenar, trastocar, embellecer la ciudad, ese debería ser el imperativo de nuestra autoridad municipal.