La leyenda medieval del mago que no logró controlar sus encantamientos y hechizos, puede tener especial vigencia en la modernidad: hombres y mujeres en el mundo enfrentan las implicaciones del deterioro ambiental, disminución de la diversidad ecológica y el cambio climático. Este aspecto señala la necesidad de realizar una aproximación reflexiva a un peligro para la existencia humana como es el cambio climático. La Organización de Naciones Unidas lo define como un cambio en el clima, atribuible directa o indirectamente a la actividad humana, que altera la composición de la atmósfera mundial y se suma a la variabilidad climática natural observada durante períodos de tiempo comparables. También es importante destacar el doble riesgo presente en la comunidad internacional pues deben reducirse las emisiones perjudiciales de carbono y atender la demanda de energía.
El cambio climático -un problema ambiental y de desarrollo- causa fluctuaciones de temperaturas, inundación de zonas costeras, elevación de los niveles del mar, lluvias, incremento de vientos y, en diversas regiones, escasez de agua. Los seres humanos no pueden adaptarse de inmediato a cambios en su hábitat o superar las dificultades para vivir en zonas de desastre. Estas situaciones influyen en la decisión de trasladarse a lugares donde puedan encontrar mejores perspectivas de vida.
Los indicadores de todos los países ubican como causa básica de la migración al factor económico: pobreza, pobreza extrema, desigualdad en la distribución social de la riqueza, desempleo, subempleo, entre otros. Es una realidad y en ella se encuentran inmersos hombres y mujeres en busca de trabajo para obtener un salario. Asimismo, el actual flujo migratorio laboral no disminuirá. Tiende a incrementarse pues las naciones tienen dificultades para encontrar soluciones a la demanda de trabajo, salud, alimentación, y no presentan opciones para lograr un mayor nivel de bienestar. A esta situación debe incorporarse el análisis de un flujo migratorio que en breve tiempo empezará a intensificarse con repercusiones negativas y cuya preocupación se expresa en diferentes organismos internacionales: la migración como consecuencia del cambio climático.
No se trata de presentar una visión catastrófica o de empezar a denominar como refugiados ambientales a quienes se trasladarán desde sus países a otras regiones del mundo como consecuencia del cambio climático. Lo inadmisible es no asumir el análisis para enfrentar estos hechos. Un reciente estudio de la Organización Meteorológica Mundial y de la Organización Internacional para las Migraciones, señala que en un futuro inmediato, «unos mil millones de personas podrían verse forzadas a migrar como consecuencia de fenómenos meteorológicos extremos».
En la comunidad internacional se ha reafirmado la necesidad de luchar contra le desertificación y sequía. El primer término significa la degradación de tierras de zonas áridas, semiáridas y subhúmedas, resultado de diversos factores como las variaciones climáticas. Asimismo, la sequía es el fenómeno que se produce naturalmente cuando las lluvias han sido considerablemente inferiores a los niveles normales registrados, causando un agudo desequilibrio hídrico que incide directamente en los sistemas de producción agropecuaria y la disponibilidad de agua para consumo humano. La presencia de estos factores se incrementará con el cambio climático originando mayor pobreza, enfermedades y hambruna. «El cambio climático ya está afectando la salud de los países alrededor del mundo, y el consenso es que estos efectos se intensificarán», señaló recientemente la Organización Mundial de la Salud. Es necesario, entonces, impulsar campañas para vigilar la incidencia de enfermedades y trazar políticas para mejorar la salud y el entorno natural.
Los sistemas nacionales de agua, especialmente en los países con menos desarrollo, son cada vez más vulnerables frente a los fenómenos hídricos extremos. Es conveniente monitorear el ciclo global del agua, incluyendo el cambio climático, y compartir sistemas de información a nivel internacional, promoviendo la acción conjunta de gobiernos y sociedades, con el propósito de mitigar los efectos indeseables de la variabilidad climática y reducir la vulnerabilidad a través de un mejor conocimiento de los fenómenos hidrometeorológicos.
Investigaciones relativas al cambio climático que han efectuado instituciones especializadas, entre ellas la Organización de Naciones Unidas, ubican como principales víctimas de este fenómeno a minorías e indígenas. Su estrecha relación con el ambiente y el conocimiento adquirido, con base a la experiencia -saben cuando se debe iniciar el cultivo de semillas o recoger una cosecha- se afectará con el cambio climático (desplazamiento de personas, impacto en cultivos, etcétera). Ambos son grupos especialmente vulnerables cuando se presenta un desastre. Diferentes medios de comunicación los han denominado víctimas silenciosas. Es en este aspecto donde se debe promover lo relativo al desarrollo sustentable pues los seres humanos serán seriamente afectados por las variables del clima.
Las emisiones de gases de efecto invernadero (dióxido de carbono y metano) derivadas de las actividades humanas, permiten un mayor calentamiento del planeta. Los países desarrollados tienen mayor responsabilidad en las emisiones de dióxido de carbono y del problema del calentamiento global. Esas naciones deben proporcionar apoyo económico para impulsar acciones preventivas, así como una adecuada información técnica y científica del cambio climático pues afecta las condiciones de vida de las poblaciones.
Las implicaciones negativas del cambio climático han empezado a manifestarse en diversos países. La tendencia es que se intensificarán. Esta realidad debe permitir a hombres y mujeres enfrentar el problema del cambio climático en un contexto de racionalidad.