¿Más fácil?


Editorial_LH

Cuando decimos que es la voluntad lo que hace falta para meter a la cárcel a los ladrones, es precisamente por casos como la denuncia de compra de medicamentos, tema recurrente de la corrupción en el que se vuelve a demostrar una sobrevaloración desmedida que tendría que ser perseguida y penada por las autoridades.


No puede ser que una pastilla para un individuo común y corriente que compra en cantidades para su propio consumo, sea más barata que la misma pastilla comprada como parte de un millonario lote para abastecer a una institución pública. Lo normal es que cuando se hacen compras de gran volumen haya descuentos, pero en el caso nuestro hay sobreprecio por el efecto descarado de la corrupción.

Hay muchísimas formas de cometer trinquetes y debe existir tanto talento y voluntad de los contralores como el que tienen los corruptos para ingeniarse sus procesos.  Sin embargo, en este caso, ¿Qué más se puede pedir? Se tiene una composición científica representada en gramos por dosis y no puede haber otra opción. Simplemente, al no entrarle a estos casos con la mayor energía para demostrar la intolerancia ante el robo, se ratifica que no hay intenciones de tomar a la corrupción como blanco de atención para volver eficiente al Estado.

Y es que todo el aparato estatal se ha caracterizado por andar navegando en las aguas turbias de los negocios y cuando hay oportunidad de hacer lindos discursos sobre transparencia y eficiencia del gasto, no faltan los funcionarios que se prestan a decir que “se han logrado avances”. La pregunta es ¿qué avances? Porque en nuestra cara nos están demostrando que se están robando la plata.
 
Hay que ser muy claros en decir que no es el primer caso del uso de medicamentos como el producto de la sobrevaloración y hay que recordar que en el mismo gobierno del partido que ahora acusa, el Secretario Privado, Gustavo Alejos era empleado de uno de los mayores proveedores y fue el coordinador de todas las casas de medicamentos para negociar con el gobierno.
 
Pero eso tampoco es excusa para no detener este asqueroso negocio.  Siempre la corrupción termina afectando a los ciudadanos de una u otra manera.  Sin embargo, en este caso es más directo que lo normal porque un sobreprecio en medicamentos reduce la capacidad de compra de otros productos de beneficio para los pacientes, afecta la capacidad de mejorar la atención y el servicio.

¿Será que en la Contraloría General de Cuentas de la Nación o en el Ministerio Público entienden esto? Si hiciera falta, con mucho gusto se los podemos explicar con más detalle.
   
MINUTERO:
Lucrar con medicamento
vendido a gran sobreprecio
provoca sonoro lamento
que habrá de oírse muy recio