¿Más dinero prestado Presidente?


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Es usted, presidente Otto Pérez, quien debería hacer un extraordinario esfuerzo por iniciar una auténtica reconciliación integral en Guatemala. La razón es más que válida, porque esa es o debería ser la parte fundamental de su trabajo. Dentro de ese contexto, el combate definitivo a la corrupción y ahorrar para modernizar y redimensionar la administración pública, son también obligaciones estrictas que el pueblo de Guatemala necesita para comenzar a vislumbrar algún reflejo de luz hacia el futuro.

Roberto Arias


En la sociedad guatemalteca y dentro del contexto actual, la palabra político(a) tiene muchos matices. Para muchísimos guatemaltecos político(a) quiere decir: sobornable y dispuesto a vender a su patria por dinero. Usted sabe que los congresistas no representan la voluntad ciudadana, como supuestamente debería ser. Usted sabe que la mayoría de éstos, la única representación que tienen es la de su propio enriquecimiento a base de sobornos por realizar actos en contra de la República y de su pueblo. Desgraciadamente usted tampoco parece representar la voluntad ciudadana.  

Hace ya muchos años se enterró el concepto honorable del político, de quien se decía que era una persona que intervenía en las cosas del gobierno y negocios del Estado, con la intención de mejorar a su país y a su población en el sentido social, económico y político, como dos casos clásicos en Guatemala: El doctor Juan José Arévalo Bermejo y el Coronel Jacobo Arbenz Guzmán, a quien tildaron de comunista porque no se vendió con las mismas cúpulas económicas que se apoderaron totalmente del país y a quienes usted, Presidente, conoce. Usted está aún en tiempo de rescatar su nombre, su conciencia y su honor de militar, atributos que ningún dinero le pueden reintegrar.

Si usted, Presidente, saliera de su escafandra y se relacionara verdaderamente con la gente común, quizás lograría comprender la necesidad del pueblo de Guatemala; el mismo pueblo que le ha encargado a usted la administración de su país y de su soberanía.

Creo, Presidente, que los gobiernos deben tener un límite en sus respectivos presupuestos. Los gobiernos han realizado préstamos constantes y la respuesta obtenida a través de los años es el empeoramiento de la calidad de vida de la población, cuyo desplome se ve casi imposible de atajar y su deuda aumenta exponencial y generacionalmente. ¿Cómo llama Ud. a este latrocinio?

Absolutamente todos los residentes en la República de Guatemala, de una manera u otra pagamos impuestos. Quien compra una libra de frijol está pagando los impuestos desde la compra del terreno, los insumos para la siembra, cosecha, transportación, combustibles, local, etcétera. Sin embargo, con la mayor de las desconsideraciones los gobiernos, incluyendo éste, dilapidan de una manera insolente el dinero sacado por la fuerza de los bolsillos de los guatemaltecos, incluyendo el de ancianitas y ancianos que piden limosna para mitigar su pobreza, debido a que ningún gobierno ha proyectado programas sociales de asistencia a los más pobres e indefensos.

Si usted, presidente Otto Pérez, lograra escuchar a quienes lo eligieron, comprendería la enorme decepción que les embarga y a una sonora voz escucharía usted la rotunda oposición a seguir endeudando al Estado de Guatemala con una deuda artera para beneficiar a los(as) políticos(as), sin que la población obtenga los beneficios consecuentes de tan imprudente deuda. Hasta los muchachones del CACIF, que incluye a los entes financieros, se han opuesto a esta barrabasada. ¡Imagínese eso!

Este país no es de su propiedad, Presidente; usted únicamente fue electo por un poco más de la mitad de los votantes para administrarlo durante un corto lapso. Pero el tiempo para Guatemala casi está agotado. Dos “administraciones” más como los recientes gobiernos y éste y… Guatemala colapsará.

¡Ya no queremos más endeudamiento estéril!