IMAGEN DE PASIí“N DEL SIGLO XX: LA VIRGEN DE LAS ANGUSTIAS


Gabriel Morales Castellanos

Universidad de San Carlos de Guatemala

Apenas transcurrí­a un año, tres meses y dieciocho dí­as del cuarto mes del siglo XX, el 18 de abril de 1902 para ser mas precisos, cuando aproximadamente a las tres de la tarde, como indica la señora Carmen Yurrita Mauri -en su estudio que titula «Â¿El Por Qué?»-, hace erupción el volcán Santa Marí­a, con la consecuente lluvia de arena que oscureció el cielo y duró varios dí­as, factiblemente tres.


Don Felipe Yurrita Castañeda viví­a con su familia en la finca de su propiedad «El Ferrol», ubicada en el departamento de San Marcos, quien ante la catástrofe que se estaba dando, albergó en el almacén de esta estancia a su esposa e hijo, y a las parentelas de los mozos que con él trabajaban.

La oscuridad, el frí­o y la lluvia fueron constantes en esos angustiantes dí­as y por lo mismo eternamente largos, y al espacio donde se resguardaban de esas inclemencias, empezaron a llegar animales salvajes que huí­an de sus ecosistemas en las montañas, convirtiéndose esto en otro peligro.

Por lo anterior ante esta situación que se agregaba, don Felipe Yurrita Castañeda, ciudadano español que habí­a llegado a nuestro paí­s en su juventud, improvisó -refiere su hija Carmen Yurrita Mauri-, un pequeño altar sobre unos sacos de café colocando en este un cuadro de la Virgen de las Angustias, que él siempre portaba consigo, ya que ella es la patrona de su pueblo natal, y lo trajo cuando vino a Guatemala.

La autora cuenta que dijo a todos los que estaban allí­ reunidos lo siguiente: «Arrodillémonos aquí­ ante este cuadrito de la Santí­sima Virgen de las Angustias, para rezarle el rosario, para pedirle a Dios Nuestro Señor y a Ella, que en su gran misericordia se apiaden de nosotros y nos libren de morir despedazados por estos animales salvajes, o mordidos por las culebras en esta oscuridad o al final fatalmente aplastados bajo la arena, pues ya no hay poder humano que nos salve».

Indica en su texto doña Carmen que irí­an por las letaní­as de la Virgen, cuando de repente se hizo un gran silencio, «Como si todos al mismo tiempo se hubieran quedado sordos! Hasta los animales se sobrecogieron! ¿Qué sucedí­a ahora? ¡HABIA CESADO DE CAER ARENA! ¡ESTABAN SALVADOS!».

Ante esto con voz entrecortada pero llena de alegrí­a, y lágrimas en sus ojos dijo a todos los presentes: «í“iganme bien lo que les voy a decir: ¡Dense cuenta que esto es un milagro de Dios Nuestro Señor y de su Santí­sima Madre que nos han oí­do y se han apiadado de nosotros, ya la arena no cae, ¡estamos salvados … ¡ Aquí­ en este momento, tan grande para nosotros, pues hemos vuelto a nacer, yo quiero en acción de gracias, formalmente y ante todos ustedes hacer una promesa: DE EDIFICARLE UNA CAPILLA QUE SERí PARA LA VIRGEN Y LLEVARA EL NOMBRE DE «CAPILLA DE NUESTRA SEí‘ORA DE LAS ANGUSTIAS». Edificarla bajo mi dirección, con mis ideas y con mi propio dinero, como Dios Nuestro Señor dé a entender y con su ayuda! ¡Aunque para ello tenga que pedir limosna! Si ustedes quieren, sin ninguna obligación o compromiso conmigo, hagan ustedes también una promesa en Acción de Gracias a Dios Nuestro Señor y a la Santí­sima Virgen que se dignaron oir nuestras súplicas y oraciones y se apiadaron de nosotros!».

Ellos respondieron levantando un brazo en señal de aprobación: «Santo Dios, gracias te damos, Virgen Madre de Dios, Gracias te damos, y ofrecemos ayudar nosotros también con nuestro trabajo a levantar tu Capilla!».

Luego del compromiso realizado de manera solemne, en ese momento de alegrí­a tocaron guitarras y marimba, y ellos conforme sus tradiciones ancestrales bailaron un son «con todo respeto ante el cuadrito de la Santí­sima Virgen que los habí­a Salvado del volcán!».

El texto de doña Carmen narra otras situaciones que sucedieron inherentes a lo acontecido, les recomiendo leerlo si ustedes lo desean, ya que está relacionado con la historia de la capilla lí­neas antes aludida.

Veinticinco años después de lo acontecido, el 18 de abril de 1927, conmemorando el dí­a de la tragedia y en recuerdo de esa situación, don Felipe inició la construcción de la capilla, en la esquina de su propiedad, llamada «Villa Carmen», hoy conforme la actual nomenclatura de las direcciones es ruta 6, 8 – 52 zona 4 en la ciudad de la Nueva Guatemala de la Asunción.

En ese espacio florecí­an en el mes mayo unos lirios blancos, de pétalos afilados en forma de estrellas blancas, y de gran belleza y arcano nacimiento, interpretando el señor Yurrita este suceso como una señal del cielo, como el espacio ideal seleccionado por Dios para la capilla de la Santí­sima Virgen.

Pasaron 38 años y el 15 de junio de 1941, teniendo un maravilloso cielo azul y con un sol refulgente como pinta doña Carmen este momento, se cumplí­a la promesa y se entregaba la capilla a Nuestra Señora de las Angustias.

Recientemente el Museo Popol Vuh organizó una visita guiada a Villa Carmen y a la capilla de la Santí­sima Virgen, habiendo sido atendidos muy amablemente por las señoras Frances y Phyllis Trigo-serrano Yurrita, propietarias de estos inmuebles, quienes narraron a los asistentes las historias de la familia y de estas propiedades.

En muchas oportunidades he estado en este recinto, llamando mi atención la gran cantidad de elementos que ornamentan su interior, así­ mismo los del exterior, y me pongo a pensar en la diversidad de estudios, principalmente del arte plástico y del color que se podrí­an hace de la misma, correspondiendo estas expresiones a la primera mitad del siglo pasado.

Cada vez que estoy en este espacio, profusamente y ricamente adornado, he puesto mi mirada en las esculturas de la Virgen de las Angustias y del inerte y yacente cuerpo de su hijo, siempre he estado interesado en esta particular advocación mariana, prácticamente inexistente en nuestro paí­s, creerí­a pudiéndome equivocar que es la única.

Hoy con la colaboración de doña Phyllis; nieta de don Felipe, quien amablemente me ha brindado información escrita y verbal, podemos realizar lo que antes habí­amos querido efectuar, escribir sobre esta venerada imagen.

Al estar en el pequeño atrio de la capilla y apreciamos su fachada, encontramos sobre el arco de medio punto y adentro del tí­mpano del arco ojival la presencia de este conjunto de temática pasionaria, la Santí­sima Virgen de pie observando el tendido cuerpo de su hijo ya fallecido, doña Carmen dice al respecto: «En el centro de este arco una imagen de la Santí­sima Virgen de las Angustias de medio metro de alto, tallada en piedra gris, esta imagen está circundada por un gran rosario en piedras negras relucientes, que desciende sobre la mitad del arco. Sobre todo esto un dosel coronado por otro arco más pequeño con doce querubines y rosetas».

Refiere doña Carmen que un dí­a cuando jugaba con sus pequeñas hermanas en el jardí­n de Villa Carmen, se presentó un señor, ya adulto y de baja estatura, que le pareció ser carpintero y buscaba a su papá, y que al recibirlo le dijo: «Don Felipe, yo quiero hacer la imagen de la «Virgen de las Angustias» para que Usted la ponga en la Capilla que va Usted a construir, me llamo Cirilo Lara». Continúa el texto escrito por la señora Yurrita: «Eres escultor?» -Le preguntó mi padre. «No señor, nunca he esculpido o tallado una imagen».

Ante tal situación le indicó don Felipe que le darí­a los modelos para que le realizara en cemento las esculturas de unos indí­genas, y si las hací­a a su satisfacción, podrí­a hacer la imagen de la Santí­sima Virgen para la capilla.

«Tan bien y tan natural quedaron las esculturas de don Cirilo», que don Felipe se entusiasmó y ordenó realizar las imágenes de Jesús yacente y Nuestra Señora de las Angustias, en relación a los cuatro indí­genas, estas obras representaban a los Mames que vivieron y sufrieron con él la erupción del volcán Santa Marí­a, esculturas que estuvieron por muchos años en el atrio del templo.

Luego de esto el maestro Lara partió a la finca La Blanca en el puerto de Ocós, de donde trajo la madera de cedro para tallar las imágenes, la señorita Conchita Martí­nez Durán, posteriormente señora de Mencos sirvió de modelo ya que «tení­a unos ojos extraordinariamente bellos; que don Cirilo dejó para siempre plasmados en el Rostro de la Virgen», las manos de Marí­a de las Angustias Yurrita Schaeffer sirvieron de modelos para tallar las manos de la Santí­sima Virgen, nos refiere doña Phyllis.

Esta imagen de Nuestra Señora es de talla completa, tiene esculpida su túnica y pintado su pelo, sin embargo se le viste con túnica y manto de tela, el yacente cuerpo de Jesús presenta el torso, piernas, brazos y manos con la técnica del encarnado, con las heridas de la lanza, los clavos y la corona de espinas correspondientes, ya que evoca el haber sido bajado de la cruz luego de fallecer, debiendo mencionar que se le cubre con un manto la parte del vientre, lo correspondiente a la talla del cendal y parte de las piernas.

El cuadro de Nuestra Señora de las Angustias de la Villa de Arévalo en ívila, que hemos podido conocer, y factiblemente es al que se refiere doña Carmen que fue colocado por don Felipe en un improvisado altar hecho con sacos de café y le rezaron en los difí­ciles momentos de la erupción del volcán Santa Marí­a, nos muestra en primer plano a Jesús ya fallecido, tendido y su cuerpo cubierto de los pechos a los pies con un manto blanco y negro.

Luego atrás de í‰l a la Santí­sima Virgen de las Angustias, de pie y con las manos unidas hacia abajo, lleva una corona imperial sobre su cabeza y sus ojos miran con infinita tristeza a su hijo fallecido, muestra su corazón al centro del pecho y clavadas en él siete espadas; tres hacia la izquierda y cuatro a la derecha, visible atrás de ella la santa cruz cual máximo instrumento de redención, con un manto blanco que pende de sus brazos.

El conjunto escultórico se basa en esta pintura y la reproduce; a mi criterio únicamente en esta capilla privada, se venera a esta advocación mariana, para nosotros en Guatemala nos es familiar referirnos a las imágenes de la Santí­sima Virgen Marí­a en sus advocaciones de Dolores, de la Piedad y de la Soledad.

Identificamos como advocación de Dolores a la imagen de la Virgen, que acompaña a Jesús en su proceso de martirio y camino al calvario cargando la cruz, vestida de colores, siendo los tradicionales la túnica roja y el manto azul, lleva sus manos abiertas, una daga en su pecho en relación a la profecí­a de Simeón y un resplandor con doce estrella en alusión a las doce tribus de Israel.

La Piedad responde al momento cuando ella sostiene en su regazo el cuerpo de su hijo ya fallecido, acontecimiento que no narran los evangelios, pero que el pueblo tiene piedad de ella -de allí­ el nombre que identifica la advocación-, y le da un último momento para abrazarlo, ella está vestida de colores y generalmente está sentada, igualmente lleva daga y resplandor con las doce estrellas.

Cuando Jesús es conducido a su sepultura, la imagen de la Santí­sima Virgen viste de negro, lleva sus manos unidas al pecho, algunas esculturas de ella portan la corona de espinas entre sus manos y lleva los tres clavos, así­ mismo la daga y el resplandor con los elementos ya indicados, usualmente procesionada el Viernes Santo y los Sábados Santos, conociéndosele como Nuestra Señora de la Soledad.

Creemos que la imagen de Nuestra Señora de las Angustias de la capilla del mismo nombre, puede ser una variante de la Piedad o evocar el momento cuando el cuerpo de su hijo será sepultado y lo ve por última vez, por lo que hemos indicado, se diferencia de las advocaciones marianas referidas lí­neas antes, en que iconográficamente muestra su corazón con siete espadas, no se le pone resplandor y porta corona imperial.

Las advocaciones marianas de Dolores, la Piedad y la Soledad, llegaron a Guatemala en el proceso de evangelización, como parte de la conquista ideológica, la Virgen de las Angustias tiene presencia pública en la primera mitad del siglo XX, sin embargo, conforma parte de la lógica sucesión de los últimos momentos de vida de Jesús, su muerte y entierro.

Retomando la historia de la Virgen de las Angustias, indicamos que ya concluidas las esculturas de Jesús y su Madre, fueron bendecidas y colocadas en un camarí­n realizado para ellas, en una capilla provisional en «Villa Carmen», y todos los dí­as 9 de febrero se celebraba la fiesta como se realiza en España, con exposición del Santí­simo Sacramento todo el dí­a, esto nos hace suponer que este conjunto escultórico estuvo terminado mucho antes que la capilla.

La imagen de la Santí­sima Virgen y la escultura de Jesús fallecido, están colocados en la parte superior del altar mayor del templo, cuya realización con piedras evocan el monte calvario, tiene a la vez diseñado en su base el perfil orográfico del departamento de San Marcos, con sus montañas y los volcanes Tacaná y Tajumulco, el conjunto se complementa con la Cruz atrás de la Santa Señora, y un ventanal ilumina de manera natural la escena, complementan este momento elementos fitomorfos como azucenas y otras flores y plantas en alusión, suponemos, a la señal que recibiera don Felipe para la construcción de la capilla.

Dialogando con doña Phyllis me indica que en la actualidad, para la celebración de la fiesta de la Santí­sima Virgen el conjunto escultórico es bajado del espacio que ocupa todo el año, y es colocado a un lado de la nave de la capilla, ornamentándosele con arreglos florales, espacio donde pueden ser más fácilmente apreciados por los fieles durante una semana, esto se da todos los 9 de febrero con exposición del Santí­simo como ya lo indicáramos lí­neas arriba.

Otro dato interesante es que solamente en una oportunidad, en la década de los años 80, para el dí­a de la Virgen, este conjunto escultórico fue procesionado por las calles y avenidas aledañas a la capilla, donando después el anda que se fabricó para esta ocasión, a la iglesia de Santa Catalina de la Nueva Guatemala de la Asunción.

Con estas últimas lí­neas estamos llegando al final de este artí­culo, agradeciéndole sinceramente y de todo corazón a doña Phyllis por su atención y la información que amable y desinteresadamente me proporcionó, a doña Frances igualmente por permitirme tomar la fotografí­a al cuadro de Nuestra Señora de las Angustias, por su entusiasta colaboración a mi particular amigo Ronald Fernández, igualmente por el mismo motivo a mi alumno Derek Tzengali.