La justicia, aquella decisión de equilibrio; la justicia, ese acto de resolver un litigio; justicia, como resolver una cuestión de conflicto; para que ocurra la misma, debe haber condiciones fundamentales. Un Estado de Derecho, es decir, un marco de regulaciones legales vigentes. Una administración de la Justicia; un cuerpo jurisdiccional que juzga y resuelve en función de la materia legal pertinente. Un juez; quien representa el ámbito jurisdiccional y conduce, analiza y decide conforme a derecho.
Un proceso debido; implica llevar un proceso o un juicio cubriendo las etapas necesarias y pertinentes para realizarlo. Sentencia; una decisión dentro del ámbito del derecho y buscando la forma más justa de resolver un problema o un conflicto. Al final, la independencia de poderes en una república descansa en el respeto a las decisiones que conlleva un proceso judicial.
Esta condición de independencia refiere la necesidad del respeto de las instituciones y el caso de las entidades de justicia, el respeto total a las decisiones y con ello también respetar la sentencia emitida, puesto que ello implica que la sociedad -representada por el organismo judicial-, ha resuelto que la persona queda libre o es condenada y ello significa que si queda detenida, la sociedad sabe que es la forma en que tendrá que cumplir su condena y su afrenta a la sociedad por un acto criminal.
Si todo ello concurrió en el juicio contra Erwin Sperisen, por qué se busca descalificar y desprestigiar una sentencia que implica la valoración de pruebas y testigos y concluir en una sentencia inclemente: cadena perpetua. No se puede comprender cómo todavía personas, amigos y familiares elevan casi a la condición de héroe a un funcionario que en abuso de su cargo ejerció una forma punitiva e ilegal de concluir con la vida de una persona que ya estaba sujeta a una privación de libertad, tal como la sociedad, a través de su organismo judicial, había dictaminado.
La desesperación por los actos recurrentes de violencia, así como de la animadversión hacia cualquier criminal, no puede ser motivo para que se “acepte” absurdamente, un acto totalmente ilegal, en donde un funcionario (el bueno), actúa como verdugo medioeval y acaba con el supuesto criminal (el malo) y de haber asistido a este terrible acto, sin duda hubieran aplaudido. No es posible darle crédito a actitudes condenables como éstas, es imposible aceptar que personas racionales, actúan bajo el impulso y el discurso de los conservadores, quienes defienden abiertamente a uno de sus máximos representantes.
Pero el efecto también tiene sus rasgos positivos. Ningún funcionario actual quedará tranquilo, ante una sentencia como la que comento. Definitivamente que no. Seguramente, hoy varios se sacudirán intranquilos; se sentirán perseguidos y empezarán a repasar sobre aquellos actos en donde la justicia los puede alcanzar aquí o allá; tarde o temprano; jóvenes, medianos o viejos. Sí seguramente todos buscarán cuidarse más. Ya no basta haber sido un funcionario de alto nivel o un mandatario Presidente y que con ello llevaba una absoluta inmunidad y, con más razón, impunidad. Seguramente en el país también aparecerán fiscales y jueces probos, magistrados dignos, que no les importe imponer justicia a quien haya infringido las leyes, aun sabiendo que fue Presidente o Ministro, ni que pertenece a la élite, ni que fue militar o cualquier civil. ¿Un sueño?, tal vez, pero poco a poco se construirá un país diferente, una sociedad distinta e igualitaria, en donde la justicia sea para todos y no como pretenden los representantes de élites y funcionarios corruptos, que se haga justicia a la carta, dura con los pobres y débiles y laxa y sesgada con los poderosos.