¿Ideología para mantener la porquería?


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Viendo algunos de los argumentos que se esgrimen como tachas en el proceso de elección de Fiscal General no me deja de llamar la atención cómo es que la ideología se utiliza para mantener la porquería porque dicen que quienes defienden los derechos humanos son la peor lacra, pero nada se dice de los grandes problemas que tiene nuestro país y concretamente nuestro sistema de justicia.

Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt


Lejos quedan los necesarios debates que deberíamos tener como sociedad respecto a la correlación que tienen la impunidad y la corrupción o la corrupción que se da porque hay impunidad; la forma en que se ha instrumentalizado la justicia gracias a la manera en que opera el aparato paralelo del sistema, no digamos las razones que tuvo César Barrientos para quitarse la vida y que ayer documentamos en este medio, entre otras cosas.

La mayoría de los argumentos se han reducido a temas ideológicos porque hay ultraconservadores que han jurado que una situación como la vivida durante la gestión de Claudia Paz y Paz no volverá a ocurrir porque estiman que los “izquierdistas y los comunistas están ganando espacios que son muy peligrosos”.

Yo sostengo que en esta ocasión no es por la ideología per se, sino que ésta permite disfrazar las verdaderas intenciones de que en el país reine de nuevo un sistema con un Ministerio Público totalmente neutralizado que le permita a muchos actores seguir gozando de las mieles del poder y asegurando acrecentar su poderío con el manto de la impunidad.

Hay que recordar que en medio del proceso hay personas que durante el gobierno de Alfonso Portillo, por ejemplo, se vieron beneficiadas con ciertas liberaciones que se hicieron a las importaciones de bienes que realizó el expresidente y eso sólo nos demuestra que al final lo que interesa es gozar de los privilegios que se obtienen siendo parte de los vicios del sistema con garantía de impunidad.

Yo me pregunto de qué nos sirven, para aquellos que hemos tenido algunas oportunidades, los radicalismos si no entendemos que en la medida en que la justicia no nos pueda proveer un marco general de convivencia por medio del cual nos ofrezca algunas garantías de que los recursos de todos no sean drenados imposibilitando la inversión en la gente, jamás tendremos un país cuya población cuente con más oportunidades y ello se traduzca en más prosperidad para todos.

El irresoluble pero tan dañino debate de la derecha versus la izquierda, de los ladinos versus los indígenas, nos está impidiendo ver el fondo del asunto. Nos quedamos en la superficialidad y ello no nos permite ver, al grueso de ciudadanos, lo que está en juego. Eso no es coincidencia; es la estrategia perfecta de aquellos que quieren el control de las cosas y mientras menos se hable de los grandes problemas, mejor para ellos.

Como la honorabilidad no es un factor, tenemos muchos candidatos que han hecho de la desfachatez, de su relación con los poderes ocultos y de su servilismo hacía éstos su mejor hoja de vida y son los que más chance tienen de ser elegidos porque se ha probado que son útiles para lo que se necesita ahora: neutralizar el MP, hacer la vida imposible a CICIG y luego utilizar la fiscalía como brazo represor.

Y no me cansaré jamás de decirlo pues todo esto pasó frente a la indiferencia de la mayoría, salvo algunos que han venido dando la cara y por ello son descalificados. Me duele mucho pensar que con el argumento ideológico les alcanzará para lograr su objetivo y por eso es que me duele más que Paz y Paz no haya hecho del combate a la corrupción el cohesionador de la gran mayoría de guatemaltecos.