¡Hacia una nueva SAT!


Edgar-Balsells

Ha trascendido en los medios, y ha sido la noticia de ayer por la tarde, la salida del licenciado Rudy Villeda, principal autoridad administrativa de la Superintendencia de Administración Tributaria. La ahora muy conocida SAT es un organismo que se ha venido tecnificando, gracias a los cuantiosos recursos que recibe del fisco, y que van directamente al fortalecimiento de su patrimonio.

Edgar Balsells


La SAT es uno de esos organismos que se fueron diseñando a la luz de los denominados programas de ajuste estructural y de modernización de la economía, forjados y diseñados con la ayuda de los grandes bancos multilaterales como lo son el BID y el Banco Mundial.

La prescripción básica de tales organismos era la de implementar entes autónomos, con un amplio conocimiento tecnocrático en relación a los temas que se manejan, léanse impuestos, aspectos aduaneros y una más eficaz regulación a las empresas privadas, principalmente en cuanto al complejo entramado de revisiones de campo en relación a impuestos como el del valor agregado, el de la renta y las inspecciones y revisión aduanal.

Al igual que con lo que sucede con el Banco de Guatemala, que es otra entidad autónoma y muy tecnocrática, en la alta toma de decisiones en la SAT debe privar un alto nivel ético y profesional, alejado principalmente de los intereses políticos de siempre, así como también de las manipulaciones privadas.

Recuerdo yo muy bien la forma en que el Congreso de la República eligió al licenciado Abadío, quien es hoy por hoy un símbolo de la antiadministración y del caos causado en tal entidad, que incluso afectó de manera tremenda el riesgo reputacional de la misma.

Guatemala cuenta con excelentes profesionales y especialistas en impuestos y aduanas, capaces y honestos, pero que desafortunadamente se encuentran fuera de los hilos de la “Real Politik” que tiende a corromper gente o a poner “funcionarios alfombra”, que responden a los intereses de quien les paga bajo la mesa. Ese es un tema que el Directorio de la SAT, al proponer profesionales, debiera repensar ampliamente.

Los directorios en todos los ambientes organizacionales tienden a encerrarse en sí mismos y a promover gentes que han estado pululando dentro de sus relaciones más cercanas. Más no sería algo descabellado, por esas razones, proponer a alguien que venga de fuera de la organización, y que haya demostrado en su carrera profesional, un carácter afín a las responsabilidades del puesto, así como una amplia experiencia, no sólo en el árido conocimiento tributario, sino en los avatares del entorno económico y financiero.

Diversas universidades del país, cuentan con postgrados en temas financieros y tributarios. En el caso de la Facultad de Economía de la Universidad de San Carlos, por ejemplo, se ha erigido un sólido  programa en Consultoría Tributaria, que ya ha producido diversas cohortes de profesionales egresados. Interesante sería entonces que los responsables de tomar tal decisión abran y oxigenen la organización, con nueva sangre.

En el contexto centroamericano, ligado con este tipo de decisiones, se han enquistado verdaderas roscas burocráticas de poder, que pueden poner en riesgo a cualquier institución, llevándola a la entropía del sistema, que no es otra cosa que la arterioesclerosis institucional. Por tal razón también, bien valdría la pena reformar esa perpetuidad del Directorio de la SAT, tornándolo en un ambiente menos pétreo y de mayor competencia profesional.