¿Hacia la anarquía?


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Echemos una rápida mirada. Supuestos universitarios cierran la Universidad y el paso de peatones y vehículos sobre la Avenida Petapa, supuestos sindicalistas realizan una manifestación y un grupo de ellos con el rostro encapuchado (como hacen los cobardes incluso para escribir), apedrean y hacen pintas con insultos en el edificio del Ministerio de Gobernación; el 4 de octubre se produce un hecho trágico y lamentable, cuando miembros del ejército irresponsablemente disparan contra una turba que había cerrado el paso por la carretera para exigir una rebaja en el precio de la energía eléctrica;

Héctor Luna Troccoli


7 policías son despojados de sus armas y secuestrados por un grupo de pobladores de una aldea de Huehuetenango que exigen dejen libre a su líder quien con orden de juez fue detenido por ser un supuesto delincuente; un grupo de narcotraficantes toman la aldea La Pepesca en Zacapa, se enfrentan a balazos con otros rivales y NO DEJAN ENTRAR A LOS POLICÍAS amenazándolos con sus armas; 25 aldeanos cierran una carretera en Raxruhá en Alta Verapaz por un reclamo de tierras…

Las autoridades lo ven y lo saben y cuando actuaron, el 4 de octubre, lo hicieron utilizando fuerza desmedida y asesinaron a 7 campesinos y por eso, para evitar enfrentamientos a los otros violadores de la ley y la Constitución e irrespetando a sus conciudadanos, la mayoría de clase media o económicamente baja, ahora cierran los ojos y los oídos. Ni siquiera pidieron ayuda para detener a balazos si era necesario a los narcotraficantes. Tienen más miedo a la crítica que a las agresiones de quienes solo tienen armas contundentes (piedras y palos) y que les mientan la madre por escrito. Y la cosa no es así. Hace tres semanas critiqué lo ocurrido en Los Encuentros, porque no era necesario disparar a los transgresores. En otros países existen armas NO LETALES (agua a presión que puede impulsar a una persona hasta 10 metros, balas de goma, gases lacrimógenos, pimienta, etcétera), que se utilizan conforme a las circunstancias lo demanden, como dicen los chafas. Todo esto es síntoma de anarquía, pese a que tenemos un general presidente de mano dura.

La anarquía, nos dicen los libros, es “desorden y perturbación de un Estado por debilidad, falta o supresión de la autoridad. Forma social sin gobierno alguno”. Continúan diciendo los que han investigado el tema que históricamente se cree pudo haber surgido en el siglo III d.C. en Roma, cuando asesinaron al emperador y se pasaron 50 años en cambios y multiplicación de “autoridades” que no tenían “autoridad”. Luego  surgen ya algunas débiles teorías sobre la anarquía como un concepto político social indicando que la autoridad limitaba la libertad del hombre y que el Estado era quien imponía su “poder de imperio”, llamándoseles a los partidarios de ello libertarios o individualistas, como aquellos de la zona 10 y la zona 4 que no hacen manifestaciones. Para mi asombro, la compu, me dice que entre los primeros tímidos partidarios de la anarquía se encuentran Lao Tsé, Jean Jacques Rousseau y su famoso contrato social y Robespierre, pero que no fue sino hasta el Siglo XVIII cuando el inglés William Golden escribió un estudio sobre el tema.

Comprendo que muchas de las exigencias de los que realizan estas “protestas” pueden ser justas, pero existe la falacia de que afirman que si no hacen esos bochinches no son escuchados, y no lo serán, con o sin relajos que solo friegan a los honrados  que desean trabajar.  Además, pese a lo inútil de los tribunales y las carencias del Ministerio Público, hay un camino enmarcado por la Constitución para hacer valer sus derechos, sin mancillar los de otros.

Al escribir esta nota me acuerdo de un muy querido amigo, el español Isaías Rebolleda, anarquista puro, quien decía: el Estado no sirve para ni m…, cada uno debe gobernarse ¡joder!