¿Hacia dónde va Centroamérica?


Edgar-Balsells

Los ciudadanos centroamericanos hemos sido testigos de tres eventos electorales en la actualidad: primero el caso de Honduras y el domingo pasado las votaciones en El Salvador y Costa Rica.

Un hecho resalta a todas luces: que el ciudadano se encuentra en pleno escrutinio de las acciones de sus gobernantes, y se notan amenazas importantes para las fuerzas de poder tradicionales, léase las oligarquías y sus servidores políticos.

Edgar Balsells


Los partidos tradicionales que se han venido alternando en el poder están siendo objeto de sacudidas contundentes, siendo que en el caso costarricense por ejemplo, el tradicional predominio de los social cristianos y los todavía llamados “social demócratas”, es ya tema de estudio histórico, que ha quedado enterrado por la irrupción de otras fuerzas, buena parte de ellas provenientes de descontentos disidentes y del empuje de las jóvenes generaciones.

El caso de José María Villalta, con su Frente Amplio, es digno de estudiarse como una posibilidad real de joven liderazgo, con una visión liberal de la vida, y más radical en el terreno político, abogando por los derechos de las minorías, por el medio ambiente y por la conservación y profundización de las garantías sociales que han prevalecido en ese país sureño desde finales de la década de los cuarenta.

Villalta es reconocido por la gente como un joven diputado, capaz, sin cola que le machuquen y buen interpelante de funcionarios y de la temática de la cosa pública, que en tiempos de Laura Chinchilla manifestó severos contratiempos y grandes travesuras del equipo de políticos y burócratas liberacionistas, que se recetaron toda clase de prebendas en las empresas públicas que dominan, y en los amplios ambientes que tiene el actuar de los asuntos del interés público en tal país.

Villalta se manifestó tácitamente como seguidero de la izquierda latinoamericana, habiendo ganado además nueve diputaciones en un Congreso mucho menos numeroso que el guatemalteco, conformado por 57 diputados, siendo que el Partido de Acción Ciudadana del ganador Luis Guillermo Solís, se quedó con trece diputados, mientras que Liberación Nacional retrocedió seis diputaciones, quedándose con dieciocho.

En El Salvador la cosa se muestra un tanto diferente, y denota el alto nivel organizativo del Partido Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional –FMLN– que a pesar de la crisis económica, el bajo crecimiento de la economía y la inseguridad imperante en la zona central, ha acrecentado su poder e influencia, con una maquinaria electoral impresionante, que ha ganado de norte a sur y de oriente a poniente, contribuyendo además a la derrota de mayor impacto histórico de la derecha clásica salvadoreña y su oligarquía de apoyo, que además durante estos años ha observado escisiones de importancia, como es el caso del grupo disidente que se aglutina alrededor del expresidente Tony Saca, quien quedó en el tercer lugar de las votaciones.

Si a ello le añadimos el caso del ascenso importante del partido de Mel Zelaya, quien gobernó Honduras y fue destronado por un cruento golpe de Estado militar, en coalición con el propio Partido Liberal, vemos que nuestra Centroamérica no se encuentra nada dormida, y si bien la democracia es objeto de muchas críticas y muchos descontentos, sigue una marcha inexorable de movimientos sociales principalmente urbanos, de nuevo cuño.