¡Guatemala es grande y admirable!


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Estas palabras pueden sonar extrañas, fuera de lugar, en momentos cuando hemos caí­do al fondo del oscuro abismo de lo irracional, en medio de una salvaje violencia y la más repugnante impunidad.

Ahora que el abuso, corrupción e irresponsabilidad de nuestros gobiernos  ha llegado a su máxima expresión.

Dr. Francisco Arredondo.

 


Cuando son ya demasiados los años de vivir un inmisericorde calvario, a lo largo del cual se han perdido miles de vidas y millones de sueños de ciudadanos que sólo deseaban  una vida mejor para ellos y sus familias.

Cuando nuestras autoridades han cedido cobarde y servilmente nuestra soberaní­a y debilitado la poca institucionalidad que nos quedaba.

Y sin embargo existe esperanza.

Maravillosa y admirablemente, en medio de este ambiente que a cualquiera nación hundirí­a  en depresión y derrotismo, hay  un pueblo indomable que a pesar de tanta adversidad, de tanto golpe bajo y artero, sigue  con la frente en alto y el corazón bien puesto, luchando dí­a a dí­a, por su familia y su futuro.

Un pueblo cuya fuerza es más grande que el mal que lo ataca.  Que después de cada golpe, se levanta más fuerte que antes de la caí­da.

Fallarle a la patria en estos momentos o dejarla sola mientras  sufre y se desangra, ES COBARDíA.

Los guatemaltecos siempre superamos la  adversidad.  A pesar de  años de gobiernos incapaces y corruptos,  seguimos adelante.

Es nuestro deber y derecho, pedir a  los gobernantes de turno, que cumplan sus funciones constitucionales con total respeto a la ley.  Si no lo hacen o se apartan de la lí­nea correcta,  debemos sin rodeos, pedirles “que se vayan”,  como lo están haciendo pueblos hermanos alrededor del mundo.

En la tormenta de indignación que mundialmente se ha desatando contra la clase polí­tica corrupta, resuenan con claridad  las valientes palabras del señor Alejandro Martí­,  quien con la voz dolida por la muerte de su hijo, pero con el corazón lleno de patriotismo, dijo ante el señor presidente de México, don  Felipe Calderón Hinojosa, que si como funcionarios, servidores del pueblo,  piensan “que la vara es muy alta,  si piensan que es imposible hacerlo, si no pueden” renuncien a sus cargos, pero que no sigan engañando al pueblo ni medrando de su dolor.

Los guatemaltecos no podemos ser más pequeños que la patria. Recobrar la dignidad, volver al camino correcto,  es un reto que no podemos soslayar, porque como dicen las estrofas de nuestro himno:

“tus hijos valientes y altivos, que veneran la paz cual presea, nunca esquivan la ruda pelea si defienden su tierra y su hogar.”

Seamos dignos de esas palabras.