¡Guatemala al Consejo de Seguridad!


francisco-reyes

Con ese tí­tulo recientemente el editorial del diario elPeriódico se refirió al tema, indicando “gracias al excelente esfuerzo de cabildeo diplomático que ha llevado a cabo el embajador de Guatemala ante la Organización de Naciones Unidas, ONU, Gerth Rosenthal, la candidatura de Guatemala a ocupar una de las plazas no permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU tiene muy buenas posibilidades de éxito”.

Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.como

 


Qué equivocado el criterio de quien redactó dicho editorial. Al no saberse concretamente quién pudo ser el autor, no sé si se trata de un abogado, de un comunicador, de un ingeniero o de quién o de qué profesión, no es lo mismo el emitir opinión aunque la misma sea la opinión del medio editorial que tener el adecuado conocimiento, la vivencia y la experiencia de qué conlleva, de qué implica para nuestro paí­s el ocupar un puesto de esa naturaleza.

El embajador Rosenthal, sin duda alguna, como también lo señala el editorial en referencia, es un hombre sumamente preparado y si las órdenes provenientes del Presidente, del Vicepresidente o del Canciller son buscar dicho espacio él tiene que hacer su mejor esfuerzo. Lo que no se desea comprender es que a nuestro paí­s sólo le traerá responsabilidades, problemas y gastos sentarnos por dos años en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Si Guatemala quedara electa en el cargo, las presiones, los requerimientos de Estados Unidos para que nuestro voto en dicho consejo sea como a ellos les conviene, serán permanentes, así­ lo hice notar en opiniones anteriores y la prueba es lo que me consta; nos presionaban, incluso chantajeaban para que en la Comisión de Derechos Humanos en Ginebra votáramos en contra de Cuba y a favor de cualquier ponencia o iniciativa que le conviniera al gobierno norteamericano.

No es lo mismo un paí­s grande y fuerte como Brasil, a quien se pretende sustituir en esta elección, que Guatemala, y aunque en ese perí­odo, si es que lamentablemente quedáramos electos, ya no tendrí­amos, por lo menos así­ lo espero, un embajador de las caracterí­sticas y catadura de Stephen McFarland, eso no implicarí­a que no recibiéramos las permanentes presiones de hacer y de votar como ya lo he indicado.

Si no les damos gusto nos atendremos a las consecuencias y si les damos gusto, no sólo no nos darán las gracias sino que indirectamente nos estaremos complicando la vida al votar en contra de algún paí­s con el que actualmente no tenemos problemas o fricciones.

Otro aspecto que indudablemente tendrí­a que analizarse y evaluarse es quién serí­a el representante de Guatemala que se sentarí­a en ese “asiento caliente”, el actual Canciller o alguno de los añejos y permanentes embajadores que tienen 25 o 30 años de vivir como diplomáticos fuera de Guatemala, con salarios cuatro o cinco veces mayores a los de un diputado o a los de un ministro, con casa, automóvil, chofer y empleados domésticos pagados en adición a su sueldo en dólares y que por su larga ausencia ya no conocen la realidad del paí­s.

Por lo indicado, insisto, machete estate en tu vaina, no nos busquemos todos los problemas señalados, todo ese aumento de gastos que al final no será un honor, no será un prestigio para Guatemala sino, sin duda, una noticia negativa.

Lástima que no tenemos una bola de cristal para que el actual Gobierno, incluso, el futuro Gobierno pudiera ver lo que nos acontecerí­a si para mala leche eligieran a nuestro paí­s para ocupar una de las diez plazas no permanentes de dicho consejo de seguridad en la Organización de Naciones Unidas, ONU.