Durante el mes de mayo leí con sumo interés algunas opiniones editoriales, tanto en Siglo Veintiuno como en Prensa Libre, sobre un tema que de cierta manera me había referido en mi columna «Pensamientos» en la revista ¿Y qué?, sobre la igualdad de responsabilidades que los seres humanos deben de tener, independientemente del sexo, raza o color, recordándome del libro de fábulas donde aprendí a leer, titulé una de mis opiniones «hormigas o cigarras».
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Reiteradamente he manifestado y dado testimonio de mi respeto por la capacidad, independientemente de que la persona sea hombre o mujer, incluso he manifestado que en igualdad de condiciones debe darse el beneficio a la mujer, reconociendo así el hecho que en nuestros países ha habido una improcedente actitud de machismo.
Discrepo en el criterio que debe haber cuotas por género en la política o en la administración pública; también tendría que discrepar que se establecieran cuotas para los grupos minoritarios por razones étnicas o raciales, aunque ello en un país como Guatemala beneficiaría más a los ladinos, grupo al que pertenezco, que son una minoría.
Es el esfuerzo individual, la preparación la que debe permitir la superación y la participación de los seres humanos.
En Chile, país que conozco más que la mayoría de los guatemaltecos e incluso que muchos de los chilenos que se autoexiliaron desde la época de Allende, ha sido la eficiencia, especialmente la educación, la que ha logrado la participación cada vez más de la mujer. Para ingresar a la universidad, es el examen de admisión o aptitud académica a nivel nacional el que determina quién ingresa, prueba que le sugerí al entonces Rector magnífico de la Universidad de San Carlos, Eduardo Meyer, en 1982, y que para mi sorpresa y tristeza él contestara que «no se atrevía a implantarla». ¿Cuántos años perdimos para que existiera una prueba de aptitud en el ingreso a las universidades? Todo porque teníamos un rector cómodo, indeciso y timorato.
En la política a ninguna persona por su sexo, raza o color puede calificársele que no puede ser Presidente, Vicepresidente, diputado, alcalde, concejal o síndico. Hay que atreverse a participar en los partidos, se debe respetar la capacidad y liderazgo; siempre y cuando una persona se atreva a inscribirse a un partido y su trabajo intelectual y material lo justifique, debe tener el derecho de elegir y ser electo.
El establecer cuotas puede implicar que se acomode el lugar, que se busque poner a una mujer que comparativamente sea menos adecuada que un varón, ello sería la contradicción de la búsqueda de la persona adecuada para el puesto y no el puesto para la persona, buscando llenar un requisito de forma y no de fondo.
¿Por qué en Costa Rica hay mayor participación femenina en la política?, ¿porqué en Chile, Michelle Bachelet pudo nombrar por primera vez en la historia de América Latina un gabinete paritario? porque existía la preparación, el compromiso y la capacidad en ambos sexos.
En lo personal, tanto para presidir el Congreso de la República como en la elección para vicepresidente, competí con una distinguida profesional: Arabella Castro, nunca sentimos que el sexo hiciera una diferencia., no creo que a Arabella le hubiera gustado que se le escogiera por cuota, ese privilegio hubiera sido para ella una ofensa. Igualdad, versus capacidad y no privilegio dignifica.