La crisis económica y social que abarca al mundo manifestó sus indicios desde hace más de tres años. Igual que un tsunami puede acontecer en el centro del océano Pacífico y tardarse horas en llegar a América y al Asia, lo mismo la crisis económica social es lenta en llegar, se inició en el sector vivienda, en la banca, en la especulación de las materias primas y hoy llega al sector productivo, golpeando más que a nadie a los trabajadores y a las familias que ven reducidas las importantes remesas de los hombres y mujeres que con todo sacrificio y trabajo honrado son los principales contribuyentes de divisas y de combate a la pobreza y extrema pobreza en el país.
jfrlguate@yahoo.com
 En Guatemala todavía estamos actuando como que si fuera un eclipse que si lo ignoramos pasará y no nos afectará. Pensar y opinar de esa manera es injustificable, cualquiera que reflexione, que analice no puede ignorar que un pequeño país como Guatemala continúa girando alrededor de la economía de la superpotencia que es Estados Unidos.
 Basta ver las estadísticas de exportación de nuestros productos tradicionales y no tradicionales, la gran mayoría se exportan hacia Estados Unidos, con las importaciones también se comprueba que la mayoría de los productos proviene de ese país. Por consiguiente, México, Centroamérica y el Caribe nos veremos más afectados por esa dependencia en los próximos dos o tres años.
 La sociedad guatemalteca y el gobierno no pueden continuar ignorando esa dura realidad. Ya no nos encontramos en la época en que se pueda considerar que haciendo sacrificios humanos vamos a resolver un problema económico y social. Mucho ha sido el tiempo que no hemos sabido aprovechar, la población ha crecido a ritmo acelerado, pero la producción alimenticia, la seguridad de autosuficiencia cada día más se ha alejado.
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La cúpula empresarial no quiere aceptar, reconocer que la clase media, a diferencia de Argentina, Chile y Brasil, es sumamente reducida, no se puede continuar negándole las posibilidades de crecimiento y desarrollo a los pequeños y medianos empresarios, a los cooperativistas. Concentrar la propiedad de bienes, la banca, la propiedad de los medios de comunicación, de la riqueza en general nos continúa haciendo cada día más pobres.
 Los salarios mínimos de Guatemala son tan malos que prácticamente son el equivalente a una hora de salario mínimo en California o Alemania, eso mismo impide que puedan existir jornadas parciales de trabajo, en ocho horas de salario mínimo no devengan lo suficiente para cubrir la canasta básica.
 La crisis hace aún más necesario el aumento de los ingresos de la mayoría de los guatemaltecos, entre menos débiles existan, entre más pobres dejen de serlo, menos se deprimirá el consumo, más se estimulará la producción y por ende más trabajo y menos inseguridad y violencia.
 De qué nos sirve que se rebaje el encaje bancario si la mayor parte de la liquidez los bancos privados la invierten en el Banco de Guatemala, de qué sirve también que la tasa de interés líder se reduzca si los intereses que se cobran en las tarjetas de crédito, en los préstamos no se reducen sino se aumentan.
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Como dicen algunos, el círculo virtuoso es que se muevan los recursos y se distribuya la riqueza, pero esa distribución solo se puede producir a través de mejores salarios o a través de impuestos directos que le permitan al Estado cumplir con su rol de intermediador en la distribución de la riqueza y en proveedor de seguridad, educación y salud.