Iglesia y polí­tica



Bien se ha dicho que pocos temas despiertan tantas pasiones como la religión y la polí­tica, aunque algunos agregan al deporte como otro de los factores que pueden generar divisiones muy profundas. En nuestro caso el deporte está tan maltrecho que ni siquiera pasiones despierta porque es unánime el criterio de que andamos en trapos de cucaracha y en polí­tica ahora más que nunca, el evento terminó siendo algo así­ como «mata pasiones» por lo insulso y bajo del mensaje. Pero la religión sigue siendo un factor de mucha fuerza en la vida de los guatemaltecos y por ello el cisma planteado en la Iglesia Católica por la actitud de un sacerdote que, tras haber sido excomulgado, ahora crea su propia secta, desata controversia.

En efecto, Eduardo Aguirre, sacerdote de la Iglesia Católica, rompió hace rato con la jerarquí­a y pese a los llamados que se le hicieron para reconvenirlo, hubo necesidad de llegar a la excomunión y a separarlo del sacerdocio por la insubordinación frente a los dictados de sus obispos y del Vaticano. Pero resulta que ahora será ordenado él mismo obispo de una secta que se dice católica pero que no está bajo el lineamiento del Arzobispo de Roma y Pontí­fice de la Iglesia, el Papa, lo que evidentemente crea una posición difí­cil porque rompe la unidad y el cisma puede tener repercusiones.

De hecho en Guatemala ya tenemos algunas otras personas que trabajan bajo la apariencia de catolicismo pero que están insubordinadas al Vaticano y son los seguidores del obispo Lefebre. De esa cuenta no se trata de una cuestión totalmente nueva ni de un cisma sin precedentes, puesto que se sabe que los curas ordenados por los obispos de la lí­nea de Lefebre también actúan como católicos sin realmente serlo. Pero Eduardo Aguirre, por ser guatemalteco y de algún reconocimiento, puede convertirse en algo más que una piedra en el zapato y por ello el llamado que ayer hizo el episcopado para advertir sobre el carácter cismático de la acción.

Estamos viendo cómo en la Iglesia también las ambiciones personales llevan al transfuguismo que tanto se da entre los polí­ticos por idénticas razones. Si el señor Aguirre estuviera planteando un cambio de religión serí­a un caso más entre los muchos católicos que, pasando por el movimiento carismático, han ido a terminar a los grupos de protestantes, especialmente de los que se conocen como «cristianos renovados o renacidos», que son sectas de reciente creación en Estados Unidos y que en alguna medida tienen el propósito de extender dominación polí­tica en el continente americano. Pero al insistir en que su movimiento es católico, no cabe duda que estamos frente a un cisma cuya importancia dependerá más de la actitud de los fieles que de la rebeldí­a de un sacerdote.