Eluvia Velásquez, de la Asociación para la Prevención del Delito (Aprede), considera que las iglesias y las autoridades de gobierno son fundamentales para impulsar un diálogo con las pandillas, que en los últimos años han integrado a un buen número de jóvenes a sus filas para generar más violencia.
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Guatemala es uno de los países que se ubica en el Triángulo Norte de Centroamérica, considerada como una de las regiones más violentas, y aunque el año pasado en El Salvador y ayer en Honduras se “firmó” una tregua entre los líderes de la Mara Salvatrucha y el Barrio 18, en Guatemala aún no existe una iniciativa similar.
Velásquez considera oportuna la intervención de las iglesias y las autoridades mismas, para evitar “más derramamiento de sangre”, como ha sucedido en los últimos años.
Según la entrevistada, el papel de la Iglesia es muy importante para lograr una cultura de paz y de diálogo, pero también debe estar acompañada de la iniciativa del Gobierno, que debe buscar una alternativa para detener la violencia.
Aunque el ministro de Gobernación (Mingob), Mauricio López Bonilla, dijo hace algunos meses que no haría un “pacto” con las pandillas, sí ha dicho que pretende sacar las armas ilegales de circulación; muchas de estas, según estudios del Instituto de Enseñanza para el Desarrollo Sostenible (Iepades), se encuentran en manos de esos grupos delictivos.
Ayer, en Honduras, por la mediación de la Iglesia y la Organización de Estados Americanos (OEA), los líderes de las pandillas más temidas entregaron el armamento utilizado para cometer crímenes, también pidieron perdón a la sociedad por el daño que han causado.