Iglesia pública libro sobre sacerdotes asesinados


Foto de archivo del funeral del monseñor í“scar Romero, célebre sacerdote salvadoreño asesinado durante la guerra.

La Iglesia Católica salvadoreña puso en circulación ayer el libro «Testigos de la fe en El Salvador», que contiene testimonios sobre la muerte de 10 de 18 sacerdotes asesinados por el ejército y escuadrones de la muerte entre 1977 y 1993.


El libro publicado bajo la coordinación de la Cooperativa de Sacerdotes Diocesanos recuerda el contexto social, polí­tico y eclesial que prevalecí­a en el paí­s entre 1977 y 1993.

La publicación revela la biografí­a de los mártires y la «persecución» que sufrió la Iglesia salvadoreña por denunciar la represión que sufrí­an comunidades pobres a manos de los escuadrones de la muerte y cuerpos de seguridad, que les acusaban de ser colaboradores de la entonces naciente guerrilla.

La Iglesia salvadoreña sufrió su mayor golpe con el asesinato del arzobispo Oscar Arnulfo Romero, muerto el 24 de marzo de 1980 mientras oficiaba misa en un hospital de cancerosos de San Salvador, cuando un francotirador contratado por la ultraderecha le disparó al corazón.

«El objetivo es que la población conozca a estos sacerdotes que murieron y derramaron su sangre por causas muy nobles desde 1977», declaró el coordinador de la publicación, el sacerdote Walter Guerra.

El libro -que tiene en portada las fotos de los diez sacerdotes diocesanos y de monseñor Romero- detalla con abundantes testimonios cómo fueron eliminados los sacerdotes a plena luz del dí­a por agentes de las ahora proscritas Guardia Nacional y Policí­a Nacional, así­ como por los fatí­dicos escuadrones de la muerte ultraderechistas.

«Para nosotros es importante preservar la memoria histórica de nuestros mártires. Era importante sacar este libro para recordar que el crimen y el asesinato de todos ellos todaví­a están impunes porque no hubo ninguna investigación», comentó el sacerdote Benito Tobar.

Insistió en que «los culpables todaví­a están libres y no han pedido perdón y no se les ha hecho juicio».

Tobar lamentó además que «la Iglesia como institución no haya tenido capacidad ante la terquedad y la indiferencia de los organismos del Estado para hacer justicia».

La Iglesia lamenta no saber el paradero de los restos de los sacerdotes Ernesto Abrego y Marcial Serrano, que fueron secuestrados y figuran como desaparecidos.

Ernesto Abrego viajaba de El Salvador a Guatemala el 23 de noviembre de 1980 cuando, junto a un hermano y una cuñada, fueron secuestrados y el vehí­culo en que viajaban apareció en manos de un oficial del ejército. Familiares que fueron a buscarlos también desaparecieron.

En tanto, el sacerdote Marcial Serrano, párroco del poblado de Olocuilta, 20 km al sureste de la capital, desapareció a manos de unos guardias que transportaba cuando iba a oficiar una misa a una comunidad rural, el 28 de noviembre de 1980.

Uno de los asesinatos «más horrendos» que se recrea en la publicación fue el del sacerdote Octavio Ortí­z, que fue asesinado a balazos el 20 de enero de 1979 y luego una tanqueta le destrozó la cabeza.

«El objetivo final de este libro es que sea un testimonio que ayude a nuestros hermanos del futuro a que conozcan la vida de esta Iglesia en El Salvador. A la Iglesia se le va a recordar por la fidelidad al evangelio, al pueblo, a los necesitados y a los pobres. Este testimonio queremos que se guarde para las futuras generaciones», subrayó Tobar.