Me gustó mucho el mensaje que publicara recientemente la Conferencia Episcopal, en especial porque recuerda las palabras del Papa Francisco pronunciadas el pasado 1 de enero, cuando se refirió al egoísmo que se desarrolla socialmente tanto en las múltiples formas de corrupción, como en la formación de las organizaciones criminales, el drama lacerante de la droga con la que algunos lucran despreciando las leyes morales y civiles, entre otras cosas.
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Hay que lamentar que sea el mismo presidente Pérez Molina quien contradiga tales principios, cuando dice andar en la búsqueda de alternativas económicas para familias que siembran amapola y haber llegado hasta reconocer que no se les captura porque estas plantaciones se encuentran en muchas propiedades, por lo que habría que capturar casi a la mitad de habitantes de los municipios en donde están. ¡Miren qué caso! ¿Cómo hay muchos ladrones en las calles? ¿Entonces habrá que dejarlos en paz para que sigan haciendo de las suyas?
El camino que anda buscando nuestro Presidente para volvernos narco productores me parece totalmente equivocado. Tampoco es la mejor política pública seguir en la búsqueda de legalizar las drogas, vender marihuana dizque bajo control y mucho menos crear desarrollo y progreso en el campo metiendo a nuestros campesinos en camisa de once varas, cuando no tienen escuelas, hospitales ni la necesaria infraestructura para llevar sus productos a los mercados directamente. ¿Será que nos gustaría sustituir a países como Colombia y tantos más, cuando ya tenemos más que suficiente con servir de trampolín entre los países al sur y los del norte del continente? No es que de entrada pretenda descalificar a los integrantes de la llamada Comisión Nacional para la Reforma de la Política de las Drogas, instalada el pasado viernes 31 de enero en la Cancillería guatemalteca, pero no vi en ellos experiencia y conocimientos técnicos y científicos acerca de las consecuencias, daños y perjuicios que traería consigo, por ejemplo, vender la marihuana con receta a los adictos.
Media Guatemala anda comentando que lo que el presidente Pérez busca es cumplir con los compromisos adquiridos durante su campaña electoral para legalizar la droga, tal como lo acaba de hacer con los maestros en pago a los votos recibidos y por el proceso electoral que se avecina. Me cuento entre los que se niega a creer semejante barbaridad, pero de lo que sí estoy seguro es que aunque pretenda con su Canciller y sus asesores consensuar con otros países para adoptar una postura unificada al respecto, aquí en Guatemala, tendrá que sujetar una decisión política de tal naturaleza, por la especial trascendencia que reviste, a un procedimiento consultivo (consulta popular) puesto que todos los ciudadanos tenemos sobrado derecho a conceder o negar tal consentimiento. Y termino otra vez preguntando: ¿Pasando lista a los problemas que el país tiene, prioritariamente no hay tantos más urgentes e importantes?