¿Está el honrado en desventaja?


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Uno de los grandes dilemas de muchas personas en el mundo radica en el hecho que en el corto plazo y ante la excesiva impunidad, los pícaros parecen tener ventaja frente a los honrados que buscan hacer las cosas de una manera correcta y todo ello porque en muchos casos, los sistemas de justicia parecen estar hechos para las poderosas minorías que se mueven bajo el manto de las influencias.

Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt


No siempre está ganando ni teniendo más éxito el más capaz, el más eficiente, el más preparado, el más escrupuloso, sino, por el contrario, está sacando mayor ventaja el menos capaz, el más ineficiente, pero el que menos principios tiene y para quien el fin siempre justificará los medios. No tengo la dicha de ser padre aún, pero uno de los grandes temas que me angustia viendo el futuro, es la forma en que le debo enseñar a mis hijos a ser honrados, a sacrificar dinero por su apego a los valores y su tranquilidad y por el hecho de poder ver siempre a la gente a los ojos.

En el mundo, y en eso Guatemala no es la excepción, está valiendo más lo que se posee que lo que se es y en esa ecuación no entra el cómo se obtienen las cosas sino lo que cuenta es amasar fortuna porque eso se ha convertido en un sinónimo de éxito.

Y lo que agrava el problema es que siempre está habiendo un roto para un descocido, es decir, los corruptos están encontrando a los corruptores porque siempre hay alguien que se presta para terminar de hacer los negocios que mucha gente honrada no quiere porque representa traicionar todo lo que creen y profesan.

 Y de esa cuenta, mucho de lo que llega a tener un país como el nuestro no es lo que en principio se merece nuestra gente, pero ocurre en parte porque como ciudadanos hemos sido corresponsables pasivos de ese sistema corrupto que todo deja pasar sin consecuencia alguna.

Lo chueco no tiene consecuencias legales ni sociales, no digamos en los negocios. Para que la justicia alcance a los pícaros (salvo contadas excepciones en los que ha sido demasiado el exceso), estos deben ser muy rasos o muy burdos, pero en términos generales quien puede pagar cualquier estructura que lucra con la impunidad y sabe cómo manipular el sistema, estará bien.

No hay consecuencias sociales porque los pícaros están en las más exclusivas reuniones sociales y hasta son recibidos con los brazos abiertos porque hay mucha gente que estima que el codearse con gente de dinero (sin importar de donde viene el recurso) es sinónimo de “pedigrí”; tampoco hay consecuencias en los negocios porque los pícaros, en lugar de ser aislados, son buscados con mayor asiduidad porque la gente inescrupulosa piensa que “sabrán hacer las cosas” mejor y más rentablemente que otros.

De tal cuenta que en la actualidad sí podemos decir que los pícaros tienen ventajas porque compiten de forma desleal, pero al fin y al cabo lo logran hacer por una sociedad que termina tolerando, apañando y hasta alentando el actuar chueco y torcido, siempre y cuando dichas actuaciones desemboquen en dinero.

Pero a la larga, no hay placer como el sentir que las cosas se hacen bien, el tener la solvencia y la entereza de poder ver a los ojos de la gente, de decir las cosas de frente y saber que si buscan a alguien es para hacer las cosas bien y no de forma torcida. Hacer las cosas bien y con éxito, tiene doble valor porque eso significa, además de capacidad, tenacidad para luchar contra la corriente.

El dinero no lo es todo en la vida, por mucho que ayude para lograr objetivos, aunque siempre será preferible llevar una vida modesta y digna, que ser un adinerado que lo único que tiene en la vida es dinero.