Si nos hicieran esa pregunta en cualquier parte, inmediatamente y sin siquiera pestañear diríamos rotundamente que NO, máxime si se trata de un honorable diputado, un honorable ministro, un honorable juez, un honorable empresario, etcétera, etcétera.
Igual ocurriría con esas mentirotas comunes para tapar clavos de cualquier naturaleza, ya no digamos aquellas cosas en donde están implicados delitos que podrían llevar a cualquiera a la cárcel.
El título de esta columna no lo escogí al azar. Me surgió con el recuerdo de una periodista de CNN y otros medios, que le preguntó al expresidente de México Felipe Calderón, con toda la ingenuidad del caso y en plena conferencia de prensa: ¿es usted alcohólico Señor Presidente? El mandatario no contestó, pero la periodista fue despedida de uno de los chances que tenía en su país y no sé si siguió trabajando en CNN.
Esta idea se asoció con otra que le escuché al decano de los diputados Arístides Crespo, cuando al igual, que entre ellos mismos (los diputados) acostumbran, tratan a sus colegas de “honorables” y algunos más cuerudos, como los exconstituyentes que se proclamaron por sí solos “dignatarios”. Títulos por supuesto que aguantan la mentira gracias a lo prolífico de nuestro idioma y al cinismo de los funcionarios que para nuestra desgracia nos gobiernan desde hace décadas.
Pero por si lo anterior fuera poco, en una entrevista con Arnoldo Medrano (25 años alcalde), se proclama inocente de cualquier acto de corrupción, afirma que gana Q70 mil mensuales y no hace negocios shucos y porque por pura amistad y como es usual entre los alcaldes (sic) se “prestan pisto, “ya sea Q75 mil o Q3000 mil”, pues cada quien se gasta su dinero como le da la gana, dice Medrano, pese a que su municipio es de los que tiene las peores carencias municipales y nada ha hecho en esos 25 años, excepto babosear a sus votantes.
Estas tres ideas que tienen alguna relación, nos hace pensar que desde hace décadas en Guatemala, sinónimo de corrupto, es el término de honorable y que aquí ningún funcionario roba nada, menos tocar dinero del erario público o hacer contratos con distinguidísimos miembros de la iniciativa privada (que según la ley cometen el delito de cohecho), en donde unos ganan jugosas comisiones y los otros ingresan pisto a sus empresas, fantasmas o no, con lo cual nos dejan con la duda de qué se puede hacer al respecto. En este sentido yo propongo ideas radicales.
Podemos empezar con disolver el Congreso y retirarnos del Parlacen; revisar contrataciones, por un ente especial con profesionales honrados que aún queden en el país y darlos a conocer públicamente: cumplir con las leyes de probidad de los funcionarios públicos que Pérez dijo empezaría a cumplirla dando a conocer la declaración jurada de bienes de todos sus funcionarios, cosa que aún estamos esperando; despedir al menos 90,000 funcionarios empleados “contratados” por ser cuates o parientes y llevar el diplomado de “imbéciles a tiempo completo”; existen al menos 329 instituciones que son totalmente inoperantes; quitar poderes de elección principalmente al Congreso y al Presidente y establecer nuevas y verdaderamente honestas comisiones de designación; imponer penas severas a quienes siendo funcionarios roban al pueblo (en China los juicios duran alrededor de tres meses y la pena es el fusilamiento); que los magistrados y jueces pasen por un colador super especial que permita calificar y nombrar a los mejores SIN QUE NINGÚN ENTE POLÍTICO COMO EL CONGRESO INTERVENGA EN ELLO. Y así seguiríamos…
La pregunta del millón es ¿Y eso cómo se hace? Está comprobado en la historia que no es con la emisión o reforma de nuevas leyes que con el actual Congreso saldrían en el día exacto del juicio final por lo que solamente encuentro una salida radical: la Anarquía, es decir la ausencia total del poder del Estado, y que en lugar de ello tengamos nuestras propias normas morales que rijan nuestra actitud en la sociedad con los valores más altos que cada quien pueda mostrar. Por supuesto todos pensarán que eso no se puede y que estoy loco. Es posible, pero como decía el amigo anarquista que los nuevos periodistas no conocieron, Isaías Rebolleda: “el Estado es una mierda, uno tiene que tener la valentía de actuar honestamente”. Vea usted que cosas.
¿Verdad que usted NO es corrupto presidente, vicepresidenta y funcionarios? Sería una pregunta matizada de suaves caricias y no tan directa como la que le lanzó la periodista mexicana al expresidente Calderón. De todas maneras los guatemaltecos podemos estar tranquilos, en el 2015 y por la consumación de los siglos seguirá la corrupción, la violencia y todos nuestros males y nada ni nadie podrá detener nuestros males.
Y que conste, eso me lo dijo Dios, personalmente.