¿El narcotráfico como la principal fuente de violencia?


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El día de hoy se celebra la 43 Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en la que el tema principal es la “discusión” de las nuevas rutas para enfrentar el fenómeno del narcotráfico; Estados Unidos ya adelantó que para ellos el tema de la despenalización no es el camino y ha dicho que, si mucho, revisarán el enfoque dado al combate de las drogas durante los últimos años.

Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt


Claro está que los estadounidenses deben asumir su rol y su responsabilidad en el consumo de las drogas que tiene a los países de tránsito en una posición complicada y además de reconocer la responsabilidad en el consumo, deben capturar a los grandes capos dado que pareciera que allá le salieran patas a la droga para movilizarse sola o que solo las minorías de aquel país, es decir afroamericanos o latinos, la trafican.

Pero algo que los representantes de los países de tránsito no abordan ni reconocen es que el narcotráfico no es la principal fuente de violencia en nuestros países, porque este fenómeno se conjuga con la falta de oportunidades, de educación y salud, así como la corrupción e impunidad que campean en países de Tercer Mundo; esas son las verdaderas razones de la violencia e inseguridad.

Es más fácil hacer lo que hace Estados Unidos, es decir, tirarle el muerto a los otros sin querer ver la viga en el ojo propio, y es por ello que los países que sirven para el trasiego de estupefacientes, le echan la culpa a los gringos por su masivo consumo y éstos a su vez, se dan el lujo de certificar a quienes a su juicio hacen los esfuerzos suficientes para combatir el problema.

Pero en esa echadera de culpas y evasión de responsabilidades no vemos el fondo del problema. Guatemala es y seguirá siendo un país inseguro y violento porque aquí no nos hemos dado a la tarea de invertir en la gente, de procurar la generación de oportunidades, de educar a nuestros niños, de mantenerlos sanos, además de generar mecanismos de compensación por medio de los cuales las familias reciban apoyo sostenible traducido en dinero y/o capacitaciones y/o desarrollo y perfección de habilidades mientras se educan las nuevas generaciones.

En nuestro país resulta más fácil llegar a hacer dinero siendo delincuente, porque hay más oportunidades de “emplearse” en algo y porque la remuneración es mucho mayor al salario mínimo que contempla la ley. Hay gente honrada que tiene hasta dos trabajos y no logra un ingreso ni cercan al que logran los delincuentes por matar, extorsionar, secuestrar, robar, estafar y un largo etcétera.

A todo lo anterior, se debe sumar el efecto de los ladrones de cuello blanco que a través del financiamiento de las campañas políticas para alcanzar el poder Ejecutivo y Legislativo, se aseguran que el presupuesto sirva para satisfacer sus intereses y necesidades, dejando por un lado el drama, el dolor, la pobreza y los demás problemas de los guatemaltecos.

Y para terminar de cerrar el círculo, los delincuentes de cuello blanco se han aliado con otras mafias para asegurar la impunidad en Guatemala y por ello es que terminamos dándonos cuenta que a pesar de que tienen diferentes formas de operar, utilizan los mismos mecanismos, argumentos y actores para asegurar que la ley no los alcance.

En la comodidad que representa que nuestros migrantes envíen en remesas casi el equivalente al 50% de nuestro presupuesto y que gracias a ello nuestra economía se sostenga (no es suficiente solo el esfuerzo de la iniciativa privada), se seguirá debatiendo cómo disminuir la violencia atacando el narcotráfico y así, jamás seremos un país seguro.

Guatemala será otra y tendrá futuro, sí y solo sí algún día decidimos invertir en la gente para que se pueda educar, mantener sana, bien alimentada, para que sean ellos los que en el futuro ocupen las oportunidades que se puedan generar. Pero mientras, ante la pobreza, la falta de oportunidades, la educación y la falta de certeza del castigo (que se traduce en impunidad), la violencia y la corrupción sigan siendo tan rentables, nunca seremos un país seguro, aunque queramos culpar al narcotráfico por los deberes que como nación, no hemos realizado.

Al final del día, es tan responsabilidad de los políticos como de nosotros los ciudadanos que con nuestra indiferencia, apañamos tanta cochinada que nunca nos dejará cambiar la realidad.