Si usted es defensor de las privatizaciones y del reduccionismo de Estado como prestador de servicios, lo invito a subirse a un bus urbano y dar un recorrido por la Ciudad de Guatemala, para conocer más sobre el sistema de transporte que prestan empresas privadas en el país.
Aunque no le garantizo que sea una experiencia placentera, sí le aseguro que su viaje será inolvidable, ilustrativo y extremadamente aleccionador, y probablemente le ayude a concebir nuevas perspectivas sobre la teoría de que los servicios públicos son malos per se y que en el sector privado todo es rápido y efectivo.
Desde el inicio podrá apreciar lo competitivos que son las empresas y los pilotos de los buses. Después de esperar por un lapso de entre 15 y 45 minutos en la vía pública, tendrá que abordar el bus aunque esté en movimiento y con la presión psicológica de un ayudante que profiere insultos elevando su voz a decibeles extremos, si usted no se apresura o no cumple con sus exigencias.
Esto, porque los pilotos “pelean el pasaje” con los conductores de otros buses, para que más personas aborden sus unidades de transporte y se agencien de más dinero; de esa forma tienen que agilizar el proceso de abordaje, aunque eso implique riesgos para los pasajeros.
¿Es adulto mayor o sufre alguna discapacidad? El trato es el mismo, o tal vez peor. No se tendrá consideración por las necesidades especiales y si cuenta con una tarjeta que le libera del pago –especial para los mayores– probablemente le impidan abordar o le traten mal.
El simple hecho de subir los dos escalones de ingreso al bus será su primer logro, pero pagar y adentrarse entre las multitudes de usuarios dentro del bus podrá ser una tarea difícil de conseguir. Si tiene suerte, podrá encontrar un lugar para sentarse.
De lo contrario, tendrá que permanecer de pie durante todo el recorrido, sujetándose de las oxidadas barras metálicas, de los sillones rotos que estén a su alcance o incluso de otras personas; es importante que en todo momento esté pendiente de que nadie se acerque a sus pertenencias o intente despojarle de sus objetos personales.
Si es creyente, rece para que no se suban asaltantes al bus. Seguramente que eso no detendrá a los delincuentes que eventualmente abordan las unidades de transporte, pero puede que sus plegarias le den un poco de paz en los momentos de tensión. No se resista a las exigencias de los asaltantes, ni les vea al rostro. Es mejor no provocar su ira, porque pueden alterarse y reaccionar violentamente contra cualquier pasajero. Busque ayuda solo cuando los asaltantes ya hayan descendido del bus.
En caso de que no ocurra un capítulo de violencia, debe tomar otras consideraciones. Si el recorrido normal tarda 20 minutos, este puede extenderse hasta una hora o reducirse a 10 minutos, dependiendo del estado anímico del piloto y sus ayudantes. Cuando esté próximo a llegar a la parada del bus no se moleste en presionar el timbre. Seguramente no funciona. Aproxímese a la entrada o la salida –cumplen la misma función– y prepárese para saltar del bus hacia la calle, en una modalidad de aterrizaje forzoso.
Así es como funciona el sistema de transporte “público”, que realmente es prestado por empresas privadas. Solo tendrá que desembolsar Q1 por esta experiencia, porque los guatemaltecos ya han subsidiado Q2,167,300,000.00 para los empresarios desde 2004. ¿Sigue creyendo que son efectivas las privatizaciones?