El Comandante Ernesto Che Guevara es el paradigma revolucionario de quien actúa como piensa y piensa como actúa, así como de consecuencia consigo mismo y con los demás. En un revolucionario, es ésta la forma más alta y superior de coherencia en lo que se dice y lo que se hace y en lo que se hace y lo que se dice. De ahí la importancia de la interrelación entre ideología y práctica y práctica e ideología.
En mis columnas del 16 y 23 de mayo pasado, glosé muy apretadamente el ensayo de James Petras Los intelectuales de izquierda y su desesperada búsqueda de respetabilidad. En la primera de ellas están las ideas centrales acerca de en qué consiste esa ansiada búsqueda de respetabilidad y que para nuestro país tienen vigencia y actualidad y hay que tener en cuenta.
En la del 23, resumí las cuatro estrategias que la élite burguesa les define a los intelectuales de izquierda a fin de ganarse esa tan ansiada respetabilidad. Considero, también, que lo que Petras sostiene tiene ahora más actualidad que cuando el 13 de marzo de 2001 se publicó su importante ensayo, así como su caracterización de los «intelectuales en alquiler», los «intelectuales de casa», los «intelectuales en angustia permanente», los «intelectuales pesimistas», y los «intelectuales irreverentes».
Del año pasado para hoy y, más concretamente, en estos días, he ido recopilando y sistematizando elementos nuevos que enriquecen los trabajos y aportes acerca de la ideología y la práctica y pueden contribuir a una interpretación y explicación de esta importante cuestión en tanto que en América del Sur y el Caribe se está ante el despunte de un cambio de época y, en consecuencia, de nuevas y desafiantes cuestiones referidas al quehacer teórico y la práctica.
Hechos recientes como la masacre cometida por el gobierno de Colombia en territorio ecuatoriano el primero de marzo de este año, demuestran «la naturaleza manipuladora de la ideología imperialista» y el control que ejerce sobre «la mayoría de los medios de comunicación masiva». Así lo asegura el analista mexicano Gilberto López y Rivas quien, a su vez, observa que «en el entorno intelectual y político de nuestros países» hay «a quienes abochorna su pasado de lucha gremial, social o revolucionaria e, incluso, a quienes reniegan del mismo, llegando algunos a considerarlo pecado de juventud superado por su madurez crítica y realista […]».
Hace referencia, además, a que «son estos procesos de desgaste moral y deterioro de guías básicas los que han hecho posible en muchas ocasiones la derrota del proceso revolucionario. Pero incluso -agrega- estas condiciones tienen que ser observadas en función de la permanente lucha no sólo contra los enemigos imperialistas, sino también la oposición a su penetración ideológica y política en el interior de los movimientos contra hegemónicos y revolucionarios».
En un momento como el que estamos atravesando en el país y su complicado y delicado entorno internacional, algo de lo que se hace y se piensa en otros países y pueblos hermanos, así como su experiencia en lo teórico y labor diaria, y de lo que se dice y se hace en nuestro medio, hay que darle seguimiento y sistematizar a fin de enriquecer la experiencia práctica y el bagaje teórico.
Al respecto, tiene especial importancia la posición a asumir ante la edificación del socialismo en Cuba y los desafíos, retos, dificultades y problemas a que ha tenido que hacer frente e ido superando exitosamente en medio del criminal bloqueo imperialista.
En tal sentido, el columnista cubano Ricardo Ronquillo es de la opinión que «el socialismo como referente de emancipación humana ha tenido dos renacimientos de la mano de los revolucionarios cubanos dirigidos por Fidel. El primero tras el triunfo de la Revolución y la declaración de su carácter socialista, y el segundo después del derrumbe del sistema en Europa del Este y la URSS.
«La resistencia del país ante el más grave golpe moral al socialismo y la más dura encrucijada de nuestra patria [?], agrega, reanimaron la llama de la reconstrucción de la izquierda en América Latina». En el momento actual y «en una circunstancia histórica excepcional -puntualiza- el país y su liderazgo, estarán junto al pueblo ante el tablero de ajedrez sobre el cual tendremos que plantearnos y acometer las mil jugadas que conduzcan a la irreversibilidad del socialismo».
Ya lo dijo el compañero Fidel el 17 de noviembre de 2005 en el Aula Magna de la Universidad de La Habana. «Este país puede autodestruirse por sí mismo -advirtió-; esta Revolución puede autodestruirse, los que no pueden destruirla hoy son ellos (los Estados Unidos); nosotros sí, nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra».
En consecuencia, la solidaridad con la Revolución Cubana y el socialismo del Siglo XXI, sus retos, desafíos y dificultades, es la piedra de toque que define la posición de los revolucionarios y demás pueblos y países del mundo.
Se trata de salvar el ideal del socialismo e impulsar «la voluntad de la sociedad hacia el porvenir, y no hacia el pasado», como lo plantea Ronquillo.