¿De cuál paz hablamos?


GLADYS_MONTERROSO

“Un hombre no trata de verse en el agua que corre, sino en el agua tranquila, porque solamente lo que en sí­ es tranquilo, puede dar tranquilidad a otros”.

Confucio

Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es

 


Estos dí­as son especiales para hablar de paz, en nuestro paí­s y en nuestros corazones, pero, ¿Es que podemos decir tan siquiera que vivimos en paz? No, naturalmente, aunque el conflicto armado haya terminado, ese fue un acto protocolario, ya que los guatemaltecos, y a quienes por decisión propia nos ha tocado vivir en este paí­s, la paz no es más que una quimera difí­cil de alcanzar, me parece que hablar de paz en estos momentos es mentirnos a nosotros mismos, porque se encuentra tan lejos de nosotros como el Sol que vemos cada dí­a, pero ¿A quién culpamos? La mayorí­a de los medios de comunicación a su conveniencia dependiendo de quién se trate, culpan al gobierno en turno, serí­a sano, que realizaran un acto de autocrí­tica y determinaran su responsabilidad en nuestra debacle, así­ como la autodenominada sociedad civil, quienes no han hecho más que señalar y criticar, mas no existe aportación real de los mismos, usted y yo no estamos exentos de esta responsabilidad, por permitir el descalabro en el que hoy se encuentra el paí­s.

Se celebra la firma de la paz, pero al leer los periódicos desde esa fecha, hasta el momento el número de muertos ha aumentado, y no existen investigaciones certeras, sobre dichas muertes, después del conflicto armado, de quienes fuimos ví­ctimas todos los ciudadanos, y seguimos siendo, todos se estrecharon las manos, pero ¿Cuáles fueron los resultados de firmar unos documentos por demás inútiles? Ninguno, Guatemala se desangra diariamente, como un cuerpo que se encuentra en estado agónico, propios y extranjeros vivimos en zozobra diariamente, no existe familia alguna que no haya vivido cualquier clase de atentado a la vida y la dignidad humana, desde el robo de un celular, hasta la muerte misma, por Dios señores ¿Qué paz pregonan que debemos agradecer?  ¿Cómo pueden aplaudir a los supuestos artí­fices de la firma de la paz, si fue la comunidad internacional prácticamente quien obligó al gobierno en turno y a sus funcionarios a la obra de teatro más indignante de los últimos tiempos? No vivimos en paz, no existe en nuestro diario vivir semejante anhelo.

Yo me resisto a que se quemen cuetillos, y se celebre el acto más burdo de nuestros últimos tiempos, en nombre de todos nuestros muertos, en nombre de tanta mujer torturada y asesinada, en nombre de tanto chofer de camioneta también asesinado vilmente, en nombre de la juventud perdida, de los niños muriendo de hambre, en nombre de todos nuestros niños descalzos, panzones y sin futuro, esto no puede ser la paz, lo que diariamente vivimos, se llama terror, angustia y desesperación, y si no que lo digan todas las viudas,  madres, padres, esposas, esposos y familias, que lloran muertos diariamente, lo que vivimos puede llamarse cualquier cosa menos paz.

Hoy antes que tome posesión el primer militar de nuestra supuesta era democrática vuelven los demonios del pasado a fomentar la confrontación, veamos porque digo lo anterior. Los deudos de los desaparecidos, de los masacrados, de los muertos, que antes fueron torturados, fueran guerrilleros o no, tienen años de luchar por encontrar, aunque sea los huesos de sus seres queridos para darles cristiana sepultura, la mayorí­a de los muertos que aportó la ciudadaní­a eran seres indefensos, o idealistas, quienes les sobrevivieron vienen pidiendo justicia desde hace muchos años, y precisamente en este momento, se aparecen nuevos paladines de la justicia pidiendo se lleve a juicio a personajes, que muchos no habí­an nacido, o eran niños cuando sucedieron los hechos que se les imputan. ¿En qué sociedad creen que vivimos, exigiendo resultados inmediatos, cuando miles de deudos no han recibido respuesta durante tantos años? ¿No es un mecanismo de autodefensa tardí­o y estratégicamente llevado a cabo? Claro señores, en una guerra, quienes son parte de la misma, saben que pueden morir o no, pero ¿Y los que no eran parte, y fueron masacrados por tener ideales de igualdad? Los deudos de los 200 mil desaparecidos y las aldeas arrasadas, madres cuyos niños fueron sacados del vientre estando vivas, pequeños quemados en las iglesias, o en los centros comunales, ellos no eran parte del conflicto, eran gente sencilla que buscaba sobrevivir, ¿Habrá justicia para sus deudos? ¿Les podrán dar cristiana sepultura? NO, y ¿Quién pide justicia para ellos? ¿O es que se piensa que fueron animales todos los asesinados? No señores no fue así­, recuerdo muy bien que desde niña mi tí­o abuelo me inculcó el hábito de la lectura, pero me apasionó la literatura rusa, siempre estuve con un libro en la mano, iba en una  camioneta leyendo “La Madre” de León Tolstoi, recuerdo que un señor entrado en años me dijo, –No deberí­a leer esa clase de libros porque la pueden matar– De momento me preocupé, pero seguí­ leyendo literatura rusa, hasta que me bebí­ prácticamente todos los libros que pude, son de una riqueza excepcional, ¿Por qué era prohibido leer lo que a uno le gustara? Aún no lo acepto, pero así­ fue, confieso que no fui guerrillera, pero si ambicionaba una Guatemala sin tan marcados contrastes, siempre me pregunté por qué habí­an tan pocas personas con tanto dinero, y tantas sin nada, siempre me pareció injusto también, más aún cuando me enteré que el sistema educativo nuestro estaba diseñado de la forma en que está, para que los niños trabajaran en las fincas, de los grandes terratenientes, cuando me enteré que Arana Osorio viví­a en un palacio donde los pisos parecí­an de espejo, e Irma Flaquer, quien lo atacó siempre, desapareció sin que hasta el momento se sepa de su paradero, cuando caminaba por mi colonia en invierno llenándome los pies de lodo, después de estudiar y trabajar, y veí­a las pocas colonias de zonas privilegiadas que contaban con parques, grandes avenidas y asfalto, siempre califiqué a Guatemala, como un paí­s de grandes contrastes, y hoy veo que las brechas son más grandes, entre los que no tienen nada, viven paupérrimamente, que son los más, y pocos gozan de grandes privilegios, así­ las cosas. Y por si fuera poco, el 80% de las familias desintegradas, porque el macho guatemalteco, así­ lo ha decidido, porque, es un orgullo que el hombre tenga varias mujeres, pero la mujer que tiene un amigo es una puta, ¡por favor!  ¿QUIí‰N PUEDE HABLAR DE PAZ EN GUATEMALA? NADIE, PORQUE NO EXISTE.