El presidente Pérez Molina y la vicepresidenta Baldetti han vuelto a la carga para contratar una asesoría con el fin que la SAT sea más eficiente, dejando a los que estamos en la calle, sentados a la orilla de la banqueta viendo pasar el desfile con dudas y preguntas: ¿Es que no hay otra vía para lograr lo mismo? ¿Será necesario gastar más para mover a ese tremendo mamotreto montado en lujosas como costosas oficinas?
fracaceres@lahora.com.gt
Resulta un total contrasentido tener a una cocinera bien pagada, pero por no gustarme la forma en que prepara sus viandas, me ponga a llamar a los restaurantes de comida rápida para que me sirvan desayuno, almuerzo y cena. Creo que es mucho más práctico y ventajoso pensando en los intereses del país, liquidar a quien mal presta sus servicios y contratar al sustituto. “Elemental mi querido Watson”.
Si estuviera en el tinglado gubernamental, empezaría preguntando y analizando si las metas u objetivos de recaudación tributaria fueron bien definidos y no con pajaritos en la cabeza o con el insaciable deseo de hacer negocios. Digo lo anterior, porque no he olvidado el merequetengue que se le armó al primer nombrado superintendente por este gobierno, cuando le llovió sobre mojado cuando consideró altos los objetivos inicialmente fijados. Luego, habría que evaluar a profundidad la capacidad de los actuales directivos y funcionarios de la entidad, pues si no la tienen, sería despilfarro contratar a entidades o personas extrañas para que vinieran a realizar un trabajo que, por cierto, está muy bien remunerado.
Que yo sepa, nadie ha dicho o sugerido al gobierno que siga haciendo lo mismo que hasta la fecha ha realizado. Eso sería atroz e inconsecuente. Lo que sí se ha dicho y que por cierto vale la pena repetirlo, es que no solo debe analizarse el problema financiero del Estado bajo el prisma de los ingresos, sino que lo más importante está en la reducción de los egresos y que para ello hay que mandar a la punta de un cuerno todo aquello que signifique derroche, por ejemplo, el mantenimiento de 154 diputados que además de innecesarios, son faltistas e improductivos; dejar de sostener a la cueva del Parlacen pues para el país y su población le caerían de perlas esos fondos para mejorar hospitales, escuelas, infraestructura en general y no digamos la seguridad ciudadana. Si a lo anterior le sumamos el combate a la corrupción, acabar con el contrabando, depurar de cabo a rabo el cobro de impuestos de importación y exportación, otro gallo nos cantaría. ¿Qué hay detrás del capricho o terquedad presidencial para hacer contratos leoninos y perjudiciales?