Es posible que alguno o algunos de los candidatos a la Presidencia tengan una idea real sobre la verdadera pobreza y pobreza extrema en Guatemala, aunque lo más probable es que ninguno de ellos y/o ellas la haya visto de frente.
La cara de la pobreza y pobreza extrema es la cara misma de la muerte; la cara de la muerte lenta, la muerte por la desesperanza que abate al ser humano, cuya humanidad ha sido, no solamente relegada sino anulada sin que exista el aliento de una pizca de asistencia por parte de alguien.
En las remotas aldeas y caseríos de la Sierra de las Minas y otros lugares del nororiente; los paupérrimos municipios y aldeas del suroriente y suroccidente; las miserables poblaciones del altiplano y Petén, han anidado la maldita pobreza y la pobreza extrema, a pesar de que sabemos que Guatemala, como país es riquísimo en el sentido total de la palabra.
Lo paupérrimo está arraigado dentro de las grandes mayorías, donde muchos niños y niñas mueren constantemente de inanición, ante el conocimiento de quienes manejan las grandes riquezas del país y nutren con millones de dólares a los candidatos presidenciales que cada cuatro años prometen dar a los guatemaltecos el paraíso.
El verdadero problema de los guatemaltecos es el de carecer de los recursos necesarios para su desarrollo y desenvolvimiento correcto en todos los aspectos de las necesidades básicas que presentan como ciudadanos y como núcleos familiares.
La pobreza es un fenómeno sumamente complejo, con múltiples causas y manifestaciones. Aunque generalmente se enfatiza en la privación o insatisfacción de necesidades básicas materiales que presentan las personas que la padecen, la pobreza involucra otras dimensiones, como la impotencia de los pobres para incidir en las decisiones que afectan sus propios destinos o la vulnerabilidad ante diferentes situaciones económicas, sociales y ambientales.
Esto último es lo que aprovecha la inmoralidad de la política criolla y de los políticos para discurrir discursos como la charlatanería de quienes actualmente aspiran a la presidencia de la República de Guatemala, cuyos anuncios y discursos no tienen sustento alguno.
Un exgeneral del Ejército habla del sueño de un paraíso, como una baratísima imitación de lo que Martin Luther King dijo hace muchos años en los EE.UU., y, lo que promete como garantía de su éxito como gobernante es “su palabra†(¿?).
Una voraz aspirante a seguir mamando dinero del pueblo en el Congreso sin que haya concretado algo significativo en los años que tiene de pulular entre congresistas y la oligarquía nacional, ofrece “Una Guatemala más (¿?) justaâ€, como si fuera aspirante a presidente de la Corte Suprema de Justicia y no a, convenientemente, mantener una curul en el Congreso.
El pueblo de Guatemala lo que quiere ver es planificación real, técnica y congruente que pueda describir el conocimiento que tenga el candidato sobre el desarrollo de un país y la política que utilizará para iniciar esa etapa en un país que está al borde de otro inconveniente levantamiento popular, donde rodarían cabezas que han permanecido arraigadas en la voracidad y acaparamiento económico individualista; lo cual mantiene de rodillas a Guatemala.
Expliquen, candidatos(as), de qué manera iniciarán el desarrollo de Guatemala hacia los próximos veinticinco años, por lo menos, porque da vergí¼enza esta rueda de caballitos que dura más de doscientos años.