¿Capitalista o marxista?


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Me vio de pies a cabeza y con un tono desafiante disparó la pregunta: ¿Y vos sos capitalista o marxista? No me dio tiempo a responder y él inmediatamente asumió lo que evidentemente quería asumir: “Seguramente que sos de esos que apoyan a los terroristas”.

Javier Estrada Tobar
jestrada@lahora.com.gt


Él siguió hablando, pero yo dejé de escucharlo. Solo lo miraba directo y asentía, como si estuviera prestando atención, pero realmente pensaba en lo que podía pasar por su cabeza con esa clase de preguntas.

En ese momento pensé en que es lamentablemente que aún en estos días haya personas –especialmente jóvenes– que crean que solo hay dos formas de pensamiento y que todos debemos estar en uno de los polos, pasando por alto las diferentes corrientes ideológicas, que lejos de dividir, enriquecen a la sociedad.

¿Podemos dividir a la población entre capitalistas y marxistas? Revivir la Guerra Fría me parece por demás absurdo e ilógico cuando se trata de entender la amplia gama de posturas ideológicas, que no necesariamente son excluyentes, pero que sí pueden ser complementarias.

Por ejemplo, está comprobado que se puede ser un empresario de éxito, responsable con sus obligaciones hacia el Estado y solidario con la clase trabajadora. Hay algunos ejemplos. Son pocos, pero los hay. De la misma manera se puede ser un obrero con ambición de crecer y acumular bienes, sin necesidad de renunciar a sus principios.

Así es como funciona Guatemala y como también funciona el mundo. Y por eso es que intentar etiquetar con  rojo o verde a todas las personas es un error que solo demuestra la estrechez del pensamiento y la incapacidad de entender la evolución de las ideologías.

Es innegable que Guatemala, como muchos otros países, sufrió las consecuencias de la Guerra Fría, pero hay que reconocer que esa parte de la historia debió ser superada desde hace muchos años. Los enemigos, ahora, no son los que rechazan la propiedad privada o los que quieren completa la libertad.

Los que de verdad amenazan al Estado son los que roban los recursos de todos y los que siembran el miedo con la violencia. También los enemigos son los demagogos y los radicales, incapaces de construir propuestas en base al respeto y la aceptación, y que navegan con la bandera de la democracia, pero que apuestan por la corrupción y el rechazo a los diferentes.

Sobre el comentario que hicieron de mí, es necesario aclarar que criticar la impunidad no se trata de defender “terroristas”, sino de volver la mirada hacia el innegable pasado del conflicto armado interno y pedir justicia por los crímenes cometidos por ambos bandos contra civiles inocentes.

Si alguien mata a una persona inocente debe ser castigado, independientemente de  su ideología o creencia religiosa. El mensaje es claro: La violencia no se puede tolerar.

Seguramente que hay muchas otras personas que van por ahí dividiendo al mundo en dos, y poco o nada se puede hacer para cambiar eso, pero tarde o temprano la realidad dejará ver a las nuevas generaciones que divididos somos más vulnerables ante los verdaderos enemigos.