¡Ah!… si fuésemos escuchados


walter-leandro-del-cid-ramirez

El dí­a de las elecciones acudimos 6 de cada 10 guatemaltecos inscritos en el padrón electoral. De este universo, casi 9 de cada 10 nos inclinamos por alguna de las opciones que se presentaron para ser las autoridades electas. Tomo los datos de lo último publicado en la lentitud y parsimonia propias de estos magistrados del Tribunal Supremo Electoral, cuando se llevaban contabilizados el 98.73 % del total de las mesas receptoras de votos a nivel nacional y en relación a los presidenciables. Es una alta concurrencia a las urnas, aun y en medio de la pobreza en cuanto a la calidad de la propuesta a nosotros los electores. Por ello es necesario advertir la necesidad que tenemos de ser escuchados por los polí­ticos que han de asumir la conducción del paí­s a partir del próximo 14 de enero.

Walter Guillermo del Cid Ramí­rez
wdelcid@yahoo.com

 


Del lado del binomio del partido Patriota, la tarea se ha de concentrar, tal y como afirmé en mi columna del pasado 23 de agosto, en la formulación de planteamientos concretos, más allá de los conceptos generales de seguridad y la retórica alrededor de los programas sociales, expuestos hasta el momento sin mayores explicaciones del cómo, del con qué, del cuándo, con quiénes y sobre todo y ante todo, de cuánto. La cómoda posición en la que fue ubicado por las “encuestas” se vino al traste con los resultados del domingo pasado. Lo cual confirma una vez más que estas en lugar de ser “las fotografí­as” del momento en el que se toman las muestras, son en realidad medios para generar influencia en los electores. Una regulación en esta materia para conocer el cóctel de las preguntas y la forma en la que están estructuradas, por ejemplo, podrí­a ser una forma de volver la confianza a estos medios de información, pero eso será materia de otra columna más adelante.

Del lado del binomio del partido Lider, el éxito alcanzado hasta el momento les catapulta a constituirse, desde ya, en los principales ganadores de este evento, independientemente de lo que finalmente ocurra el próximo 6 de noviembre. Bajo este argumento, está la ventaja de sentirse con mucho más qué ganar y nada que perder. Ello podrí­a hacer que se asuma el efecto imán y en consecuencia se puedan convenir los más variados arreglos para sorprender en definitiva a Pérez Molina. En nuestro paí­s no hay historia y arraigo polí­tico partidario, eso no es novedad, pero el hecho de encontrarse en la comodidad de ofrecer espacios que el otro binomio se cerró de entrada, por acumular el voto-castigo en contra de Sandra Torres, ahora se constituye en la novedad que podrí­a lanzar la gran sorpresa de este evento que aún no concluye.

Del lado capitalino, hace una semana escribí­ y perdón por auto-citarme, pero es para concluir la entrega de este dí­a, decí­a: Si Arzú gana el próximo domingo, no necesariamente tendrá una corporación afí­n en su totalidad… Si Arzú gana el próximo domingo, tendrá que hacerse de muchos tragos amargos y se verá condicionado a rendir cuentas… Hasta aquí­ las citas. El hecho de la reelección de Arzú se circunscribe a un respaldo que descendió del 55.55 % (del 2007) al 36.7 %, actual, pero con el incremento de los electores y tomando en cuenta a todos aquellos que NO votaron por él, su porcentaje de simpatí­as se reduce al 21.7 %.

Si fuésemos escuchados (los electores) por nuestros polí­ticos, entonces podrí­a ser que se hablase de una reestructura de la norma principal, de cambios constitucionales. Podrí­a ser que se hablase de cambios al sistema polí­tico, de manera integral y no únicamente de forma cosmética. Si fuésemos escuchados, entonces quizás los fideicomisos no seguirí­an siendo el principal caramelo con el que se compran voluntades al más alto nivel en la municipalidad y en otras entidades autónomas dentro del Estado. Podrí­a ser entonces que se instituyeran las carreras del servicio público y la rendición de cuentas no serí­a una novedad, sino una práctica cotidiana. Si de estas elecciones pudiéramos encontrar la luz para la necesaria reestructura del Estado de Guatemala, muchos temas fundamentales dejarí­an de ser parte de un discurso que escuchamos cada cuatro años y que con muchas dificultades se implementa a cuentagotas. Ah… si fuésemos escuchados.