¡Aaallll frente!


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Cada día que pasa con las protestas de los estudiantes por no querer aceptar una propuesta estudiada desde hace tres años, que cambiará la preparación a nivel secundaria de un estudiante magisterial con “licencia” para trabajar como maestro profesional, a una preparación universitaria, las dificultades de mantener el diálogo aumentan especialmente por el irrespeto de menores de edad (algunos probablemente no) a las autoridades magisteriales y vistas en los reportajes televisivos. Desde luego esa preparación propuesta, incluye más tiempo para estudiar la teoría pedagógica que demanda una renovación de temas del currículo que respondan a las demandas del presente siglo.

Raymond J. Wennier


Dentro de la nueva propuesta obviamente tiene que incluirse una práctica docente supervisada  más larga, que realmente dé a los estudiantes universitarios de Magisterio, la oportunidad de poner en práctica la teoría estudiada. Esa práctica se hace al lado de un maestro experimentado que ha demostrado que sí es efectivo en ayudar a los alumnos a obtener el éxito.

Un currículo que sostenga un programa de preparación para estudiantes de magisterio debería estar constituido por  dos grupos y formas de fijar los contenidos. Uno, son los maestros graduados que tienen experiencia  en la educación secundaria juntamente con los profesores del departamento de pedagogía de la universidad. Ese proceso se llama transición de un nivel a otro. Dos, una comisión de educadores notables, de alto nivel, que lleva a cabo todo el proceso de investigación, heurístico, desde preguntar cuáles son las necesidades para estar preparados en el siglo presente y concluir con establecer los cursos. Esa comisión tiene que tener el cuidado de que se sustituya un currículo cargado de cursos con sobrecargo de contenidos y que resultan ser demasiados superficiales y requieren de una metodología centrada en el maestro con sus implicaciones relacionadas ampliamente conocidas para poder cumplirlo. Tiene que ser más profundo en el trato con los temas a cubrir. Si no es así, es imposible enseñar, por ejemplo, uno entre muchos, las jerarquías más altas de pensamiento y mucho menos esperar que los estudiantes de Magisterio puedan pensar crítica y creativamente. Si ellos no pueden hacerlo, no podrán implementar las estrategias requeridas para enseñar a sus futuros alumnos como hacerlo. Eso es solo un área muy importante, que corresponde a la forma y posible resultado de no hacerlo así.

Un currículo para el presente siglo, tiene que satisfacer tantos temas que son más bien los que corresponde a enseñar habilidades, más que a un punto específico de una materia. Dos ejemplos claros son las habilidades de comunicación en todos sus aspectos: Lectura, expresión  oral, escritura, la cibernética incluida, que puede ser físicamente cara a cara o cara a cara virtual. Eso desde luego  requiere diferentes formas de presentar esas habilidades a los estudiantes de magisterio con metodologías y estrategias que estén al día y no las del siglo pasado.

La lectura con comprensión, sea en un libro físico o en uno virtual, es ahora deficiente, especialmente en un país de pocos lectores como Guatemala. ¿Cuántos profesionales o no, poseen una estantería en su casa, que contiene libros relacionados con su área laboral y/o buenas novelas? Si no hay una buena comprensión de lo que se lee, consecuentemente las habilidades de comunicación oral serán muy pobres también. El futuro de las comunicaciones virtuales será la generalización de mandos verbales y más ampliamente que ahora, como el Skype por ejemplo. Sin embargo, si no hay mayor comprensión de lo leído y no puede expresarse inteligentemente sobre variados temas con otras personas, no podrán escribir con un vocabulario extendido para explicarse adecuadamente. Es por eso que muchos estudiantes y funcionarios de organizaciones, no saben cómo hacer propuestas de proyectos, leyes o “term papers”, sin hacer el “cut&paste” de los que sí pueden y que tienen sus publicaciones en internet.

En relación a internet, las habilidades necesarias, más urgentes, son poder escoger qué es lo más importante y poder analizar y evaluar el valor de su contenido. Ya no estamos en una revolución informática sino estamos en un período de saber cómo usar la tecnología como un auxiliar en la toma de decisiones. La época nos marca cómo usar la información en una forma más eficiente y moralmente adecuada. Ese tipo de comunicación no tan fácil como a lo que estamos acostumbrados, lleva mucho tiempo para pensarla y prepararla antes de usarla como soporte a uno mismo y a nuestra manera de actuar.

Otra habilidad, requerida por empresas y organizaciones, es la cooperación y está en uno de los primeros lugares en la lista de habilidades necesarias para este siglo. Se traduce como la acción y capacidad de trabajar en equipo.

Si tanto las comunicaciones, como la cooperación, son de tanta importancia, entonces la tarea de los profesores de los estudiantes de magisterio, debería ser enseñarles a cómo ponerlas en práctica con múltiples estrategias para su uso en el aula. Cada tema tiene que ser tratado profundamente para hablar de estar en camino a lograr la excelencia en el proceso educativo.

Como ven, esas habilidades y otras, no tienen nada que ver con el contenido académico de una materia específica en el currículo. Son de formación individual, tomando en cuenta la forma de cada estudiante de percibir las cosas. Esa es una de las razones por las que hay que hacer un cambio y renovar la carrera de magisterio.

¿Qué quiero decir con el título de esta columna? Que ya es tiempo que los educadores todos, no solamente los funcionarios, tenemos que pararnos y hacer valer nuestra opinión basada en muchos años de experiencia y no dejar sola a la señora Ministra de Educación y a su equipo; hay que escuchar a los estudiantes, siempre que  sus argumentos sean serios, profesionales (seguramente los asesoran) de cómo tiene que ser la educación de ellos y analizar  también las cualidades que el mundo está exigiendo en la preparación de los maestros que van a guiar a los futuros alumnos en Guatemala. Un diálogo respetuoso es el camino y no las protestas que parecen ser dirigidas tras bambalinas quién sabe por quién y por qué. Si no lo hacemos activa y responsablemente, maestros, entonces no se quejen después cuando ya estén hechas las decisiones y les corresponda ponerlas en práctica. Pongámonos ¡Aaaalll frente!