¿A quién queremos engañar?


Editorial_LH

Con los cambios de gobierno generalmente lo primero que ocurre es un desplazamiento de los beneficiarios del tráfico de influencias, puesto que los que mamaron y bebieron leche durante el período anterior tienen que hacerse a un lado para dejar que los que se ganaron su espacio durante la campaña electoral puedan “recuperar su inversión”. Eso pasa en prácticamente todas las dependencias del sector público y por supuesto que en uno de los más lucrativos negocios que hace el Estado, con la compra de las medicinas, también se produce ese tipo de “sustitución natural”.

 


Ese extremo queda demostrado de una manera muy sencilla. No cambia en absoluto el procedimiento para realizar los negocios y se sigue el mismo trámite que usaron los del gobierno saliente. Si en realidad vamos a hablar de un cambio en Guatemala, no puede ser únicamente una reasignación de beneficiarios, puesto que en ese caso el país no obtiene ninguna ventaja. Por ello dijimos cuando se armó el escándalo sobre los niveles de corrupción evidenciados por la prensa en el gobierno de Portillo, que si realmente queríamos superar el problema del mal manejo de los fondos, no bastaba con cambiar a Portillo por Berger sino que era indispensable que se revisaran los procedimientos para corregir los vicios administrativos que facilitan la corrupción.
 
 Nada se hizo entonces porque la prensa se dio por satisfecha con la salida de las huestes portillistas y aceptó como válida la tesis de que habiendo llegando un empresario al poder ya no habría corrupción. ¡Mamolas! Así decía Clemente Marroquín Rojas cuando nos querían ver la cara de pendejos y eso fue lo que pasó entonces y lo que siguió ocurriendo luego en el gobierno de Colom. Nada cambió, más que los beneficiarios de los trinquetes, pero siendo los mismos mecanismos, era natural que las compras se hicieran exactamente igual que antes, aunque los contratos fueran asignados a otros empresarios.
 
 Ayer el Ministro de Salud defendió la decisión que tomó el Ministro de Finanzas para rescindir contratos de compra de medicinas por contrato abierto y eso nos parece correcto. Pero dijo que ahora se integrarán las juntas de calificación con nuevas personas porque no podían tomar las decisiones los nombrados por Colom y su gente. Pero los nombrados llegarán a hacer lo mismo que han hecho todos porque el mecanismo seguirá siendo el mismo.
 
 Cambiar el procedimiento y revisar esa patraña de los contratos abiertos es un imperativo que se tiene que entender si hablamos en verdad de algún cambio en el país. De lo contrario, veremos que cambian los nombres, pero no los negocios ni los trinquetes y que tampoco bajará a niveles razonables el precio de las medicinas.

Minutero:
Hay sectores tan corruptos 
que no aceptan exabruptos; 
tienen ya su cuchubal 
para el reparto cabal