¡Hurra! gané la Presidencia


¡Paso a paso lograremos la PAZ! Ahora que gané la Presidencia…¡ ¿Qué hago?! La primera acción cognoscitiva serí­a reflexionar sobre lo que dije en la campaña: «No vengo a ofrecerles una lista sin fin de cosas bonitas. Voy simplemente a tratar de dar a todos ustedes las oportunidades de tener empleo, casa, seguridad, salud, comida y educación. Si les prometo u ofrezco más, soy un perfecto mentiroso». Terminada la reflexión sobre mis palabras de campaña y luego de tomar posesión, iniciarí­a las siguientes acciones:

Raymond J. Wennier

1. Llamarí­a a mi Gabinete, dado a conocer durante la transición, para poner las cartas sobre la mesa en cuanto a honestidad y les dirí­a: El que robe o permita que alguien de su ministerio robe un centavo, será tratado de acuerdo con las leyes del paí­s, como un ladrón. En menos de un mes, todos los ministerios tendrán que presentar un documento detallando cómo van a agilizar los trámites, cualesquiera que estos sean.

2. El Gobierno, consciente de la situación actual, tendrá que bajar sus costos de operación y por lo tanto disminuir la burocracia superflua. El Gobierno tendrá que mejorar su «productividad» en el servicio que presta a la población.

3. Llamarí­a a la Iniciativa Privada para que absorba personal de recién ingreso al sector público y que sea colocado en sus empresas, de acuerdo con su especialidad.

4. Llamarí­a a la Cámara de la Construcción para exigir, en el término de cuatro meses, la identificación de terrenos y la construcción terminada de casas populares. El Gobierno se encargarí­a de dar o conseguir financiamiento a corto plazo para ayudar a los constructores.

5. Llamarí­a a los sectores productivos para que los precios de la canasta familiar bajaran inmediatamente. Ellos ganarí­an por un mayor volumen de venta.

6. Llamarí­a a los ministros de la Defensa Nacional y de Gobernación para indicarles que tienen noventa dí­as de plazo para que el señor Presidente, sin guardaespaldas, pueda caminar solo del Palacio Nacional, al Obelisco, a la Colonia Montserrat, a cualquier hora del dí­a o de la noche, sin temor a un atentado, robo o secuestro. Además facilitarí­a el que todos los ministros pudieran re colocar a los hombres que han servido en sus cuerpos de seguridad, en otros puestos. Podrán quedarse con el chofer del carro que usarí­an estrictamente para asuntos oficiales.

7. Llamarí­a al Ministro de Educación para decirle que necesitamos 180 dí­as hábiles de clases, contacto enseñanza-aprendizaje, maestro-alumno, siendo responsables los directores de cada establecimiento escolar. Exigirí­a un horario diario más largo, de atención a los alumnos. Les dirí­a: Si yo paso por una escuela o instituto a las 7:30 a.m. quiero ver a todos en sus aulas, trabajando efectivamente; si no lo encuentro así­, bien organizado, usted me responde directamente. En el término de sesenta dí­as, ha de tener operando escuelas para los «niños de la calle».

8. Llamarí­a al Ministro de Salud para poner en práctica inmediatamente, el hospital móvil, en áreas marginales y rurales, equipado con médicos, enfermeros y medicina básica abundante.

9. Llamarí­a al Ministro de Finanzas para que todo el sueldo y beneficios económicos asignados a la Presidencia fueran retenidos por un perí­odo de 120 dí­as para ver si mejoran las condiciones financieras del Gobierno.

10. Indicarí­a en sesión de Gabinete que cada ministro tendrí­a que tener una junta directiva integrada por personas especializadas en cada ramo ministerial. Esas personas, igual que los ministros, trabajarí­an ad honórem los primeros 120 dí­as. Al cabo de ese tiempo y si las condiciones precarias del paí­s han mejorado, podrí­an ser remunerados de acuerdo la Ley de Servicio Civil. Les preguntarí­a si tienen o no, el espí­ritu de sacrificio necesario por un tiempo. Enfatizarí­a esta idea de sacrificio temporal, en todo el Gobierno y la iniciativa privada.

11. En el plazo de 120 dí­as tendrí­amos que aumentar la producción, bajar los precios de los productos de la canasta familiar, mayor cantidad de personas empleadas, mayor cobertura en atención en salud, mejor cobertura y rendimiento escolar, más personas poseyendo una casa, excelente seguridad y comida sobre la mesa.

12. Como Presidente, tengo la autoridad que me da la capacidad y la fuerza personal para que se cumpla lo anterior. Si no, tendré la decencia y honestidad de entregar la Presidencia a quien sí­ pueda lograrlo. Estoy convencido que esto es necesario y hay que hacerlo en todo el paí­s.

13. Al concluir este perí­odo inicial y ver los resultados, nos sentarí­amos con todos los sectores nacionales para hacer un plan de desarrollo nacional.

Insisto, primero viene el sacrificio de todos para mejorar en los aspectos mencionados, luego vienen discusiones, planes y propuestas más ambiciosos. ¿Suena autoritario? Sí­, otras formas no han funcionado y está claro que el paí­s camina sin rumbo fijo. Si los 120 dí­as no son suficientes, hay que demostrar voluntad polí­tica para hacer el esfuerzo. Estas ideas las escribí­ en 1990, 20 años después, hay que ajustarse a la situación actual. Dedico estas ideas a los candidatos a la presidencia de Guatemala para que piensen en las promesas de campaña.