Humana, demasiado humana


Hace 153 años la Iglesia Católica aceptó como dogma la Inmaculada Concepción. El culto a la Virgen Marí­a en Guatemala se inició con la Conquista y la evangelización en el siglo XVI. La veneración adquirió un carácter de sincretismo religioso debido a que los evangelizadores identificaban ciertas divinidades indí­genas con la Madre de Dios, pues «el falso culto habí­a sido introducido por instigación del demonio».

Marco Vinicio Mejí­a

En el caso de la Virgen de Almolonga, si bien no se tiene noticia de que sustituyó a alguna divinidad maya, sí­ captó el fervor de una «extensa masa de la población indí­gena», al igual que la referencia del cronista Vásquez sobre la devoción a estatuas e imágenes de Nuestra Señora, esculpidas por los mismos indí­genas.

El 8 de noviembre de 1760, la Inmaculada Concepción de Marí­a fue declarada patrona principal de la corona española y de sus posesiones en América. El culto a la Virgen de Guadalupe se extendió de México a Guatemala. Una colonia de mexicanos estuvo establecida desde principios del siglo XVI en la Villa de Almolonga, antigua capital de Guatemala, llamada ahora Ciudad Vieja y que se convirtió en centro de culto de la Concepción Inmaculada de Marí­a. La festividad en ese lugar se realiza el 8 de diciembre.

Fuera de las consideraciones históricas y folklóricas está la creencia en el papel de Marí­a en la obra salví­fica de Dios, a través de su encarnación en Jesucristo. Marí­a no es Dios ni Diosa. Es Madre de Dios, pero, humana, demasiado humana.