Huelga general en Sudáfrica


Uno de los miembros de la Confederación de Comerciantes de Sudáfrica, protesta por el alto costo de la vida, durante la huelga general en ese paí­s.

Una huelga general convocada en Sudáfrica contra el aumento de precios del combustible, la electricidad y los alimentos paralizó prácticamente el paí­s hoy, afectando sobre todo al sector minero y de transportes.


«No hay transporte público, las minas están cerradas, la industria textil responde muy bien», aseguró Patrick Craven, portavoz de la poderosa confederación sindical Cosatu.

Miles de personas comenzaban a reunirse a media jornada en Pretoria, Ciudad del Cabo (suroeste), Durban (sureste), Polokwane (norte) y Port Elizabeth (sur) para manifestar contra el alza del costo de vida.

La Cámara de Minas confirmó que la producción minera se verí­a «ampliamente afectada» por el movimiento, según su portavoz, Jabu Maphalala.

El tercer productor mundial, AngloGold Ashanti, interrumpió todas sus operaciones en el paí­s, mientras el primer productor de oro de Sudáfrica, Gold Fields, registró una tasa de participación en la huelga de 60% a 93%, según las partes.

El sector industrial resultó igualmente afectado. El fabricante de coches alemán Volkswagen cerró incluso su fábrica de Port Elizabeth, donde produce 350 vehí­culos por dí­a.

En la rica región de Gauteng, donde están situadas Johannesburgo y Pretoria, no circulaba ningún tren y los taxis colectivos eran muy escasos. En las aceras de la capital económica, los peatones formaban largas filas de espera.

«Hace tres horas que espero un taxi», dijo Tebogo Molokwane, de 21 años, que intentó asistir a su curso de informática pero debió desistir porque no habí­a profesores. «Apoyo el mensaje, pero no la huelga. No deberí­an haber paralizado el transporte», añadió.

El Congreso de sindicatos sudafricanos (Cosatu) y 21 de sus filiales organizaron esta jornada de huelga, punto culminante de una campaña iniciada en junio, que estuvo marcada por manifestaciones en varias ciudades del paí­s.

Protestan principalmente contra un aumento anunciado de 27,5% del precio de la electricidad, con la meta de financiar la renovación de las infraestructuras envejecidas de la compañí­a pública Eskom.

Como el resto del mundo, Sudáfrica se ve afectada por un alza de los productos alimenticios ( 16,8% en un año) y del combustible ( 35,6%), que afecta duramente a los más pobres.

Primera potencia económica del continente, Sudáfrica es ví­ctima de fuertes desigualdades. Un 43% de su población vive por debajo del umbral de pobreza y más de 40% está desempleada.

La inflación oficial fue de 12,2% interanual en junio, y el banco central aumentó las tasas de interés en varias oportunidades desde entonces, mientras los sindicatos lamentan la austeridad.

«El objetivo actual de lucha contra la inflación tiene un impacto negativo para la clase obrera y el gobierno deberí­a consultar a los sindicatos cuando fija su objetivo» de inflación, declaró Zwelinzima Vavi, secretario general de Cosatu.

Según un sondeo del instituto Ipsos Markinor, los miembros de Cosatu están descontentos con la polí­tica del gobierno para enfrentar el alza de precios. Sólo un 20% considera que las autoridades respondieron bien a la crisis energética, un 6% al alza de los precios alimentarios y un 10% al alza del costo de los combustibles.

«Pienso que la huelga tendrá un costo superior a sus beneficios», estimó el analista Carel van Aardt, del Buró de estudios de mercado, según quien el crecimiento del paí­s serí­a inferior a 4% en 2008, contra más de 5% desde hace cinco años.

«Pero si ignoramos los sufrimientos de los más pobres, puede ser peligroso porque la clase obrera y pobre podrí­a verse tentada a llevar a cabo acciones dramáticas», alertó.