El comercio exterior alimentario de Argentina, primer exportador mundial de harinas y aceites de soja, comenzó a ser dañado por primera vez en casi 90 días, desde que estalló una rebelión fiscal de agricultores, informó hoy una fuente empresarial.
«Están afectadas las operaciones de maíz, soja y otros granos en las terminales portuarias», dijo una fuente de la Bolsa de Comercio de Rosario, el mayor polo agroindustrial, a 300 Km al norte de Buenos Aires.
Las organizaciones del mayor movimiento agrario del país extendieron ayer por otra semana su protesta, que consiste en paralizar la comercialización de granos destinados a la exportación.
«Hay cuatro plantas paralizadas por falta de materia prima, como maíz y soja. No están operando Vicentín ni Molinos, y Cargill paró una de las dos plantas y Bunge se quedó sin maíz», agregó la fuente, al referirse a la situación de cuatro de los gigantes de la exportación de alimentos.
El conflicto con millares de agricultores se desató cuando el Gobierno aumentó los impuestos a las exportaciones de soja, cuya cosecha fue valuada en unos 24 mil millones de dólares, de los cuales se intenta recaudar 11 mil millones.
Los puertos del llamado Gran Rosario, la periferia de la ciudad, embarcan el 75% del total del maíz, grano del que Argentina es el quinto exportador mundial.
«Para la soja, las plantas están utilizando aproximadamente el 50% de su capacidad de procesamiento», dijo otra fuente del recinto de comercialización de cereales y granos, semiparalizado desde hace dos semanas.
La presidenta Cristina Kirchner dijo hoy en Roma, donde participa de la cumbre de la FAO, que el conflicto con el campo argentino está impulsado por «la acción especulativa de los «pooles» (inversionistas) de siembra».
«Un pequeño ahorrista de 16 mil dólares puede obtener una renta (agraria) de 30% en apenas seis meses», dijo al justificar el alza de impuestos a los sojeros, entre los cuales hay 2 mil grandes productores, en tanto el resto, unos 65 mil, son pequeños o medianos propietarios o arrendatarios.
La paciencia de los mayoritarios sectores urbanos de la sociedad comenzó a agotarse ante una confrontación que se vuelve crónica, con fuerte caída en la imagen de Kirchner, según las encuestas.
«La situación del maíz es grave, porque en esta época sale el grueso de la cosecha. Las exportadores tenían comprometidos embarques por 470.999 toneladas y no salió aún ni un grano», dijo la fuente empresarial.
Sin embargo, los exportadores aún no han dado a conocer estimaciones de pérdidas en dinero ni en volumen.
La politización del conflicto se hizo evidente esta semana, cuando Eduardo Buzzi, uno de los líderes de la protesta, dijo que «el Gobierno está a tiempo de dar un giro razonable a la gestión, porque somos millones los que pedimos cambios».
«Hay que encarar no sólo las retenciones (impuestos), sino asuntos de inflación, pobreza y energía», dijo Buzzi, uno de los más radicalizados, que impulsó más de 300 piquetes en las rutas para bloquear camiones con granos.
En cambio, el ministro del Interior, Florencio Randazzo, respondió que «hay un interés inconfesable de las entidades que defienden a 2 mil grandes productores, que tienen el 80% de la soja. Hay que tener mucha plata para hacer un paro de 90 días».
«No vamos a dar marcha atrás con las retenciones (impuestos)», dijo Randazzo, cuyo gobierno está en jaque desde que empezó el movimiento agrario, en el que empresas con negocios multimillarios van de la mano con pequeños agricultores llamados popularmente «chacareros».
En los puertos, en tanto, «los piquetes casi no dejan pasar camiones y los productores no quieren desprenderse de la soja en medio de tanta incertidumbre», dijo la fuente bursátil.
«Ahora las aceiteras y otras exportadoras empezarán a tener serios problemas porque casi no tienen stock en los muelles», dijo otra fuente del sector comercial.