Hoy van por la Prensa, mañana por usted


EDUardo-Blandon-2013

Un gobernante con sensibilidad y preocupado por su capital político, le preocuparía el tema de las libertades públicas, sabría que su legado está vinculado con el espacio para la libre expresión ciudadana.  Eso si cuenta con instinto o se rodea con asesores sensatos.  Pero es todo lo contrario con lo que vemos encarnado en nuestro Presidente.

Eduardo Blandón


Otto Pérez Molina parece tener otros intereses.  Da la impresión que la muerte de periodistas es solo problema de números para su visión pragmática.  De nada sirven los artículos de prensa y los llamamientos de las instituciones nacionales e internacionales de prensa para llamar su atención.  Padece de daltonismo moral, no distingue entre la maldad y la bondad de los actos. Su mente está embotada.

        Si tan solo tuviera asesores con medianía de materia gris, pero como en todos los casos, el Presi se rodea de chaqueteros.  No hay quien ilumine ese cerebro estructurado burdamente en los cuarteles.  Y claro, uno puede imaginar que hasta los más aventureros y valientes sienten temor de llamar su atención.  Sus subalternos padecen el “horror vacui” producto de esa mirada que anuncia la nada.

        Quizá su ministro de Gobernación, Mauricio López Bonilla, podría explicarle el significado de amenazar a periodistas y matarlos.  Plantearle lo inapropiado de atacar a la Prensa e insinuar a la población la intolerancia.  Pero tampoco él lo hace, no puede.  Comparte con el Presidente el instinto de muerte.  No hay medio más eficaz de persuasión que el inspirado en el miedo y el terror de las cadenas.

        Vivimos en consecuencia gobernados no por quienes privilegian la razón y el diálogo, sino por adoradores del castigo y el dolor.  No puede ser de otra manera ni cabe esperar lo diverso de militares disfrazados de políticos.  Esa es la lógica del kaibil, el relato de los generales y el discurso que aprendieron en “la inteligencia”.  Era de esperarse que en su momento sacaran las uñas.

        El ataque a la Prensa es el anuncio seguro de los malos tiempos que vienen, la señal putrefacta de un gobierno fracasado.  El barco se hunde y están desesperados.  Arreglan maletas, guardan objetos de valor y buscan un bote que los resguarde.  En la huida arremeten contra todo y todos.  Sienten miedo y por eso se muestran violentos.

        La ciudadanía debe unirse para impedir los abusos y la Prensa no debe renunciar a la denuncia.  Hoy van por la Prensa, mañana van por usted.  Siempre ha sido así.