La esperanza proviene del deseo, de los sueños, de la imaginación, de una realidad que puede llegar o no a ser concreta; pero que nos ayuda a dar sentido a la existencia, nos auxilia en momentos amargos y a caminar al futuro. Sin esperanza, surge la angustia y el desasosiego, crece el sin sentido, mueren sueños e ilusiones. La esperanza nos permite a vivir cada día, acariciando amaneceres y noches.
La esperanza es poseedora de una energía sutil que nos invoca a amar la vida, a sentir, desear y pensar que a pesar de las malas horas, algo bueno se aproxima, algo que puede cambiar destinos y mundos, que provoque bienestar, placer y dicha.
La esperanza es hermana de la paciencia, de la confianza y de la utopía. Cuando existe se activa el deseo de lucha por afrontar situaciones del diario vivir, incluso las de mayor grado de dificultad. Cuando se llega a sentir que nuestras propias fuerzas nos abandonan, ella nos posibilita a sacar la fuerza de donde la creíamos muerta. Lo que nos ayuda a continuar adelante, dando los pasos necesarios para cumplir nuestros sueños y ejercitando el poder de voluntad y decisión personal.
El mayor obstáculo para sentir la esperanza es la ausencia de confianza. La confianza que necesitamos depositar en las demás personas, en las ideas e ideales, en los afectos, las actitudes, los proyectos, en las creencias y religiones, pero también en nosotras y nosotros mismos. Para tener confianza en primer orden se necesita creer y cuando la mentira, la inautenticidad, la falsedad y el irrespeto crecen esto se hace una tarea casi imposible.
Así que vivir con esperanza puede llegar a constituir el trascender realidades y no meramente obstáculos. Apegarse con ganas a la vida para encontrar sentido a lo que no tiene. Abrazarla con amor y perseverar en ella aún ante una sentencia “inminente” de muerte. Este es un tema tratado por muchos autores y les comparto algunas de sus reflexiones.
Samuel Johnson nos dice: “Es necesario esperar, aunque la esperanza haya de verse siempre frustrada, pues la esperanza misma constituye una dicha, y sus fracasos, por frecuentes que sean, son menos horribles que su extinción”. Khalil Gibrán, “En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente”. Friedrich Nietzsche “La esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento del hombre”. Aristóteles “La esperanza es el sueño del hombre despierto”. Goethe “La esperanza es la segunda alma del desdichado”, Si la mañana no nos desvela para nuevas alegrías y, si por la noche no nos queda ninguna esperanza, ¿Es que vale la pena vestirse y desnudarse? Antonio Machado “Hoy es siempre todavía” Autor desconocido “Muchos de los grandes logros del mundo se llevaron a cabo por los hombres cansados y desanimados, que siguieron trabajando” Martin Luther King “Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol”. “Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano”.
En el trabajo como médicos y psicoterapeutas es esencial ayudar a las personas a tener esperanza y es de considerar que es lo más humano que alguien pueda hacer por otro ser humano. En todo momento hay personas luchando por sus vidas, aferradas al amor y creo que es necesario hacerles un reconocimiento por ese legado de valor y esperanza que nos transmiten. Su ejemplo contribuye a facilitarnos la edificación de una valorización más profunda de la propia existencia. Gracias.