Hoy como ayer


El mundo económico financiero se derrumba. Los mercados globales demuestran la fragilidad de la economí­a, haciendo temblar a los gobiernos del mundo, quienes dócilmente han seguido el liderazgo aparente de unos Estados Unidos, que cayó nuevamente en la trampa tendida por aquellos que históricamente han insistido, una y otra vez, en imponer el sistema británico de economí­a. Y ese paí­s, que ha representado el poder más grande que haya visto la humanidad, repite las crisis de los 1800´s a que los empujara la eterna avaricia de los imperialistas británicos, quienes se acostumbraron a vivir a costillas de los demás paí­ses del mundo.

Carlos E. Wer

La Hora, puede considerarse privilegiada, cuando tan tempranamente recogí­a los estudios de un personaje al que no se le ha dado el lugar que verdaderamente le corresponde: Lyndon LaRouche, quien viene señalando, con una sólida base cientí­fica las debilidades de un sistema que amenazaba con derrumbarse. Su célebre «Triple Curva», fue ignorada por los académicos del mundo, que adornados con galardones mundiales, tardaron demasiado tiempo en señalar las grietas en el sistema, que este intelectual humanista, visualizara con veinte años de anticipación. Sus observaciones acerca de la forma en que el sistema vení­a desmantelando la infraestructura fí­sica de su paí­s, Estados Unidos, le permití­a prever lo que sucederí­a a un paí­s que abandonaba la senda de la producción, para adoptar la más cómoda del consumismo, que adornaba su sociedad con múltiples luces de falso progreso. Siguiendo el ejemplo de «su madre patria», se dedicaron alegremente a vivir del saqueo del globo terrestre, del que se sintieron amos y señores.

Tan tempranamente como el 29 de septiembre de 2001, esta columna escribí­a un artí­culo que titulado «La Crisis económica y las Torres Gemelas» en la cual, a través de los estudios y observaciones de LaRouche, se denunciaba el complot de la poderosí­sima oligarquí­a mundial, la que si veí­a las grietas provocadas por su enorme ambición, tratando de, a través de la farsa montada por los neocons, provocar la guerra que les abriera la puerta del saqueo de los recursos energéticos de los paí­ses invadidos.

Ante la ceguera de un primer mundo que pareciera embebido en el festí­n que producí­a las riquezas arrancadas a costa de la miseria de millones de seres que en el tercero eran empujados a un estado de cuarto o quinto, condenados al atraso, la miseria y la ignorancia, en La Hora se volví­a a escribir, esta vez con una columna que era más explí­cita: «Ya empezó la debacle financiera y es peor que la gran depresión de 1929», escrita el 22 de agosto de 2002.

A pesar de la sólida formación económica de LaRouche, y los argumentos expuestos, el mundo académico le volteaba la espalda. A pesar de que mundialmente era bien recibido, tanto por rusos, como chinos, árabes, europeos etc. en el epicentro de la crisis, no solamente no le escuchaban, sino han mantenido en riesgo su vida, dada la permanente denuncia hacia el régimen que, impuesto por el fraude y la trampa, se ha encargado de llevar al mundo al borde del abismo. Con ese sólido respaldo cientí­fico, en Guatemala nos hemos reunido un grupo de amigos y probados hombres que, durante 54 años, hemos rechazado el régimen que derivado de la invasión estadounidense a nuestra tierra en 1954, ha llevado al paí­s a un progresivo empobrecimiento, no sólo de su población, sino que del propio paí­s, que ha visto como sus recursos son saqueados por los oligarcas nacionales y extranjeros. Con el respaldo que dan años de comprometida lucha, este grupo, que decidió darle el nombre de Frente Popular por la Soberaní­a, la Dignidad y la Solidaridad, ha trasladado hacia distintos sectores su mensaje, en el que se destaca, el fracaso de las polí­ticas neoliberales y la necesidad de un liderazgo polí­tico que visualice el futuro de nuestra Patria.

Los movimientos libertadores en la hermana Sudamérica, con su nuevo mensaje de solidaridad e integración de la América morena, exige de nuestros polí­ticos, el valor y la entereza para asumir el rol que nuestra Guatemala debe asumir, en el contexto de esos movimientos que han devuelto la esperanza y la fe a la población más desprotegida. La galopante entrega de nuestros recursos a esos grupos de sanguijuelas nacionales y extranjeras, debe de ser detenido y aquella legislación que fuera impuesta para permitirlo, debe de ser enmendada. El clamor que empieza a escucharse en el mundo, es la voz de aquellos a quienes les ha sido negado el derecho de hablar…hoy se escucha cada vez más fuerte: ¡UN MUNDO MEJOR ES POSIBLE!