Casi inadvertida y en un mediático silencio pasó la noticia de la semana pasada de que Martín Torrijos, presidente de Panamá, 13 días antes de entregar el cargo concedió «asilo diplomático permanente» a tres «ilustrísimos» ex gobernantes que dejaron su huella por sus actos de corrupción. Ellos son Raúl Cedras de Haití; Abdalá Bucaram de Ecuador, y nuestro «recordado» Jorge Serrano Elías de Guatemala.
Ni columnistas, ni editorialistas, ni organizaciones que claman por la transparencia y la honestidad hicieron alguna manifestación pública al respecto.
Pero en Panamá no fue así. En el portal de MSN y después lo vi en Prensa Libre, leí un artículo del cual doy a conocer algunas declaraciones sobre este caso particular. íngela Martyns, presidente de Transparencia Internacional de Panamá dijo: «No podemos ser más un hotel de cinco estrellas de gobernantes que han dejado situaciones judiciales pendientes en sus países y que vienen acá para no ser alcanzados por la justicia.»
Por su parte, Magaly Castillo, Directora Ejecutiva de Alianza Ciudadana por la Justicia declaró: «Nosotros (los panameños) nos sentimos avergonzados que el gobierno realmente se preste para estas cosas y que nuestro país se convierta en un receptáculo para corruptos».
También el Doctor en Derecho Constitucional de aquella nación Miguel Antonio Bernal fue más lapidario: «Este gobierno (el de Torrijos), es un vertedero de desechos políticos». Por su parte la portavoz de Ricardo Martinelli, presidente electo, dijo que se «evaluará el caso», que a mi entender es lo mismo que nada.
Aquí en Guatemala, como siempre, nada ha pasado. En el caso Serrano fracasó el MP para aportar pruebas, fracasó el Ministerio de Relaciones Exteriores para agilizar la petición guatemalteca y extraditarlo.
Además de lo anterior, parece que ya nos acostumbramos a que los presidentes y altos funcionarios roben y que los tribunales (cuando se llega a enjuiciarlos), los dejan libres con «medidas sustitutivas» que dan risa o bien, en el mejor de los casos, cuando son sentenciados a cumplir condenas, salen libres al poco tiempo por «buena conducta». ¡Puchis! quiere decir que la «buena conducta» sólo debe observarse y ser tomada en cuenta por los jueces, por como se portaron en la cárcel, pero no, como se portaron cuando eran libres y tenían poder para manejar el pisto de los ingenuos chapines, dentro de los que me incluyo.
Estoy absolutamente seguro que si Serrano hubiese sido extraditado como ocurrió con Portillo, estaría libre con una medida sustitutiva y no sería condenado, o si es condenado, saldría en libertad por esa famosa buena conducta o que la pena impuesta fuera conmutable por multa, lo cual no sería de extrañar. De todas formas Serrano no vendría abiertamente (dicen que él y Donaldo ílvarez han estado aquí visitando a cuates y parientes) a Guatemala porque Panamá (un país donde me hubiera gustado vivir), le ofrece el pisto que nunca tuvo, las comodidades, la «bon vivant» que se merece por el robo que cometió al erario nacional, valga decir el dinero de los guatemaltecos honestos, como ha ocurrido después de él, hasta el día de hoy.
Me duele además el «arreglo» que hizo Martín Torrijos antes de dejar la presidencia, porque siempre lo consideré como digno heredero de su padre, el general Omar Torrijos, con quien tuve el gusto de guardar una excelente relación y amistad cuando era jefe de Estado. Posiblemente Torrijos hijo, realizó un buen gobierno gracias a los índices de popularidad que tenía antes de conceder ese «asilo permanente» que fue el error más grande que cometió y lo peor, cuando ya se retiraba, al menos sin mayores daños que los que ocasiona un cargo de esa naturaleza.
Sin embargo, escribo este artículo para que los organismos guatemaltecos de derechos humanos, de transparencia, de fiscalización del manejo de los fondos públicos y nuestros «brillantes» analistas que les gusta aparecer en los medios, se den cuenta de cómo reaccionó un pueblo que no sufrió lo que nosotros padecimos con Serrano, en tanto, nosotros los chapines, nos quedamos con la boca callada y si a los panameños les dio vergí¼enza a nosotros no.