Francia intentaba hoy comprender las razones por las cuales una mujer, apreciada por sus vecinos de un pequeño pueblo del norte del país, asfixió a sus ocho recién nacidos sin que «nadie se diera cuenta de nada», ni siquiera su marido.
«Ya no lo lleva en su conciencia y es un alivio», aseguró hoy su abogado, Frank Berton, al día siguiente de que Dominique Cottrez, una enfermera de 45 años, oriunda de Villers-au-Tertre, un coqueto pueblito de 600 habitantes a menos de 200 km de París, confesara que entre 1989 y 2007 asfixió a sus ocho bebés.
Durante su comparecencia ante un juez de instrucción en Douai, Dominique Cottrez fue asistida por una colaboradora de Berton, que describió a una mujer «bastante cansada y abatida» en un «estado de confusión bastante importante».
Inculpada el jueves por «homicidios voluntarios de menores de 15 años» y enviada a prisión preventiva, Dominique Cottrez vivía con su marido Pierre Marie Cottrez, de 47 años, que en cambio quedó en libertad.
Ante el juez, la mujer afirmó que su marido no sabía nada de los embarazos y tampoco de los homicidios.
«No quería más niños y no quería ver a un médico para utilizar un método de contracepción», explicó el jueves el fiscal de Douai, Eric Vaillant, 48 horas después de la detención de la pareja, ocurrida el martes.
Dijo que su primer parto «había sido muy difícil debido a su corpulencia (ndlr: según la prensa la mujer pesa 150 kilos) y por eso ya no quería ver más al médico», agregó el magistrado.
El macabro hallazgo tuvo lugar el sábado pasado cuando los nuevos dueños de una casa que hasta hace dos años pertenecía a los padres de Dominique Cottrez alertaron a la gendarmería: cuando estaban a punto de plantar un árbol en su jardín, encontraron, enterrados, los restos de dos recién nacidos en bolsas de basura.
La policía acentuó entonces las tareas de búsqueda en esa vivienda y en la casa actual de los presuntos padres, un poco más lejos, donde encontraron otros seis cadáveres.
«No fue uno, fueron ocho», afirmaba espantado el cuñado de Dominique Cottrez al diario Le Parisien. «Es incomprensible, no puede creerse algo semejante», insistía Yves Cottrez, sin encontrar respuestas al drama.
Dominique Cottrez, a la que su marido y sus hijas, de 21 y 22 años, quieren apoyar, podría ser condenada a cadena perpetua, aunque su abogado aclaró que de los ocho infanticidios, cinco o seis podrían prescribir pues ocurrieron hace más de 10 años.
«Los expertos determinarán su estado psicológico», anticipó su abogado. «Saber analizar los por qué, eso ella no sabe», agregó el letrado contrariamente a un experto en la materia, Pierre Lamothe, que afirmó a la prensa que el hecho de «sufrir una patología, no convierte a las madres infanticidas en irresponsables» de sus actos.
Ni el marido, ni las hijas, ni los vecinos sospecharon el secreto que esta mujer guardó durante más de 20 años.
«Nadie se dio cuenta de nada», aseguraba Patrick Mercier, alcalde de Villers-au-Tertre, pueblito en el cual el padre de los bebés asfixiados era concejal ad honorem.
«Mamá era muy reservada (…) Ahora, que se sabe, se debe sentir aliviada. Ya no tiene nada que esconder», dijo una de sus hijas, Emiline, al diario La Voix du Nord.