Mujeres, niños y ancianos caminan durante horas para llegar a un consultorio de Carrefour-Charles, en el suroeste de Haití, donde atención y medicamentos son casi gratuitos, al contrario de lo que sucede en el deteriorado sistema nacional de salud.
«Yo camino tres horas para venir aquí porque sé que seré bien atendida y que no tendré que pagar nada», explica todavía jadeante el agricultor Vincent Accius, de 76 años, quien sufre una alta fiebre.
En agosto de 2006, la organización Médicos del Mundo comenzó a operar este consultorio en el que cada paciente paga 25 gourdes (50 centavos de dólar), por la atención y las medicinas, mientras que el servicio es gratis para mujeres embarazadas y niños menores de cinco años.
En Haití prevalece el principio de recuperar los gastos. Predicado a fines de la década de 1980 por el Banco Mundial, el sistema implica que el paciente pague la consulta y los medicamentos prescritos según las patologías.
«En un Estado frágil como Haití en el que la mayoría de la población vive en la extrema pobreza, la recuperación de los gastos no funciona y pensamos que el gobierno haitiano y los donantes internacionales deben comprometerse a proporcionar cuidados básicos gratuitos a la población», dice Bernard Arcens, coordinador médico de la organización en la región.
«Sabemos que la generalización de la gratuidad sería mejor para los más vulnerables pero sin ayuda extranjera no habrá», explica el director departamental de salud Jean-Baptiste Jean-Joseph, llegado recientemente desde Estados Unidos.
Algunos meses, se cuadruplica la afluencia de pacientes en el consultorio de Carrefour-Charles, situado en una zona rural en medio de colinas.
«Se desborda, no se puede aceptar más que 40 personas por día, a veces se rechazan hasta 80 y se les da una citación para los días siguientes», explica la enfermera jefe, Marie-Jeanne Felix. «Esto rompe el corazón».
Al momento de la distribución de horas para consulta de ese día, los brazos se extienden, las súplicas se elevan. La última citación, la última esperanza. Es para una mujer embarazada que caminó tres horas.
Ginette Voltaire, de 31 años, anduvo seis horas con su hijo de 11 años por las sendas agrestes que conducían al consultorio, situado a 30 km de Jeremie. «Tenía un consultorio mucho más cerca de mi domicilio pero allá los medicamentos hay que pagarlos y no tengo los medios», explica la mujer.
«Esto va rápidamente a convertirse en un problema», destaca Jean-Khit Dely, coordinador asistente de Médicos del Mundo en la zona. «En Carrefour-Charles no tenemos los recursos humanos y no tenemos espacio para atender más de 40 consultas por día».
Según él, «la gratuidad debe ser generalizada en los otros consultorios para permitir un acceso un acceso a la atención más igualitaria y mejor repartida» en un país donde casi la mitad de los servicios de salud están concentrados en la capital y donde casi el 80% de la población recurre primero a los médicos tradicionales.
La saturación de Carrefour-Charles comienza a desalentar a ciertos pacientes. «No logro conseguir una citación para consulta desde hace tres días», se lamenta Darline Boussicot, cuyo bebé de dos meses, Kerwill, sufre desnutrición.
«No volveré de nuevo», dice la mujer, antes de ser detenida por el doctor Dely, quien le promete que será atendida ese mismo día, mientras se pregunta: «Â¿Cuánto tiempo vamos a poder seguir así?».