Con bastante frecuencia llegan a nuestro país y salen como estrellas fugaces importantes personajes de diferentes partes del mundo, luego de tratar en altas esferas oficiales, en entidades bancarias, industriales, comerciales, turísticas, políticas, entre otras que en una forma u otra realizan sus actividades en el ambiente nacional.
A principios de este mes visitó este suelo centroamericano la vicepresidenta de la República de China (Taiwán), señorita Lu Hsiu-lien. Es la segunda vez que llega a Guatemala tan ilustre dama del citado país del Asia sudoriental, con el que existen excelentes relaciones diplomáticas, comerciales, de amistad y amplia cooperación.
La señorita Lu nació en la norteña ciudad taiwanesa de Taoyuan. Desde su niñez dio muestras inequívocas de ser virtuosa. Sobresalió en sus estudios primarios, secundarios y universitarios. Es más, en la juventud se reveló como una mujer de delicada sensibilidad social, muy humana, tan fuerte como un hombre en cuanto a su habilidad para soportar todo género de dificultades, y siempre solía decir con orgullo que no hay una sola mujer en el seno familiar que no esté realizando tareas propias de los hombres. Ha sido apasionada feminista. Su lucha por la superación integral de la mujer ha sido constante, sin tregua.
Taiwán, en algo más de medio siglo ha llegado a ser toda una potencia industrial, comercial y? ¿por qué no decirlo también?, de carácter militar; tienen gran expresión su solidaridad y su apoyo a pequeños y grandes países con motivo de desastres naturales y de toda índole. A Guatemala le ha brindado, durante muchos años, valiosísima asistencia científica y tecnológica, en lo económico, en lo agroindustrial, en lo cultural y en otros campos de la vida activa.
Es paradigmática la trayectoria de la actual funcionaria número dos de la República de China, bastión de las libertades democráticas y de una pujanza que ha suscitado gran admiración mundial.
Desdichadamente, China continental, donde se entronizó un régimen liberticida de tipo comunista, caracterizado por la fuerza bruta, sistemáticamente ha bloqueado las vías de relación y acción positiva de Taiwán respecto de estados de los diversos continentes, especialmente la de reingreso en la ONU y de sus organismos, tal, por ejemplo, la OMS, entre otros que prestan significativos servicios a la humanidad.
En todo el istmo centroamericano ha tenido y sigue teniendo buenos amigos la República de China. Sus relaciones con nuestro país se robustecen más y más; lo mismo ocurre con las de El Salvador, Honduras y Nicaragua, república ésta en la que, en el nuevo orden de cosas del «sandinismo» jefeado por Daniel Ortega, esos nexos pueden estar «en veremos», o sea en incertidumbre. Costa Rica, por decisión de don í“scar Arias, el gobernante de turno, asumió una actitud camaleónica, pues paradójicamente hablando dio un sorpresivo paso «democrático» para caminar del brazo diplomático y comercial, principalmente, con el coloso asiático que viste traje rojo y ha estado en coqueteos con los «enemigos a ultranza de otrora», a quienes les ha abierto puertas para empujar la carreta de su economía. ¡Cosas veredes, Sancho amigo!
Estimamos que la honrosa visita hecha por la vicepresidenta de la República de China con asiento en Taiwán, señorita Lu, a esta «Tierra del quetzal» y de la alharaquienta e inedificante politiquería, indudablemente ha dejado saldos muy saludables para Guatemala en varios aspectos. ¡Que así sea!