Honrosa misiva de la República de China


Grecia Aguilera

He recibido un atento agradecimiento de parte del Excelentí­simo Señor Embajador de la República de China, Taiwán, Adolfo Sun. Es una elegante carta en fino papel que dice: «Embajada de la República de China (Taiwán)/ Guatemala, C.A.»/ «Guatemala, 25 de octubre de 2010/ Señora/ Grecia Aguilera/ Opinión/ Diario La Hora/ Ciudad/ Estimada Señora Aguilera:/ Tengo el agrado de saludarla en ocasión de expresarle mi más profundo agradecimiento por el artí­culo titulado «Sun Yat-Sen, fundador de la República de China», publicado por su distinguida persona en el Diario La Hora./ En tal escrito plasma usted como en un lienzo los atributos de la República de China (Taiwán) con una muy buena descripción histórica de la vida del Dr. Sun Yat-Sen, y otros datos actuales de Taiwán. Sus palabras son el reflejo del cariño que guarda por mi paí­s./ Aprovecho la oportunidad para enviarle las muestras de mi distinguida consideración y aprecio./ Adolfo Sun/ Embajador.» Realmente fue para mí­ una grata sorpresa y un gran honor haber recibido tan preciado documento. La República de China ha sido fuente de inspiración en mi vida, no solamente por su hermosura reflejada en la Isla de Taiwán, sino por la esencialidad de sus filósofos y poetas. Fue mi señor padre don León Aguilera quien me enseñó a comprender, percibir y entender la sabidurí­a de la civilización del Celeste Imperio. Don León sabí­a hablar y escribir el idioma chino y cuando le pregunté por qué lo habí­a estudiado anotó lo siguiente: «Lo aprendí­ para poder leer a los filósofos y poetas en su idioma original. El encanto de la poesí­a china está en sus imágenes y escenarios. En algunos casos posee una transmutación dimensional, es decir: estar aquí­ por el parpadeo de un lucero y en una remotidad por la asociación de ideas. Por ejemplo cuando Li Tai-Po se triplica y unifica con la luna y su sombra en el poema «Trí­ptico». La poesí­a china por la sucesión de caracteres pasa como una pelí­cula de cuadros del alma: el pensamiento y la naturaleza a la vez…» En las tardes lluviosas me encantaba hacerle compañí­a a mi señor padre, para observar cómo hací­a sus interpretaciones al español de poemas y traducí­a artí­culos de prensa y diversos documentos escritos en idioma chino. Conservo con mucho cariño los cuadernos donde él practicaba sus ejercicios con los respectivos caracteres chinos. En una de estas preciadas libretas se encuentran diferentes poemas que don León interpretó al español. De Li Tai-Po, transcribo el poema «Trí­ptico»: «Llevo en mis manos/ vasija de vino/ bebo entre flores/ los tres soñadores./ Mi sombra/ danza/ cuando yo danzo/ jamás tiene sed./ Mi amiga luna/ me escucha/ en silencio/ cuando yo canto/ nunca bebe/ me escolta/ en breve/ hasta mi hogar./ Luna y sombra/ triplicadas/ en la morada del ser.» Del poema «Signos eternos», también de Li Tai-Po, don León interpreta: «Alzo el rostro/ contemplo los bambúes/ en dulces balanceos/ hacen murmullo de fuente/ muy azul está el cielo/ los signos que yo trazo/ imitan renuevos de árboles/ dispersos/ sobre un ní­veo tapiz./ Frutos de Kiang-Nan/ contemplados/ en el tiempo/ hálito aromado/ escapará de nuestras manos./ Las rosas se marchitan/ si el sol no les da besos/ danzan/ damiselas/ contorneando el fuego./ Signos eternos/ mí­os/ viven tan solo/ de un suave murmullo/ que cantan los bambúes/ que serán siempre eternos.» Del poeta Tchang So-Su, don León Aguilera dilucida el titulado «La dama del espejo»: «Luz tenue/ de luna/ etéreo reflejo/ inmóvil doncella refleja./ Cabellera su traje/ túnica de algas vistiera./ Semblante de nácar/ fresca rama/ de florido almendro/ vierte sus flores/ silenciosamente/ dulce sobre su frente./ Inmóvil/ erguida/ observa la dama/ tenue reflejo lunar.»