Los críticos lo han llamado un genio de la literatura, un analista de una sociedad francesa en su tiempo, un crítico de la burguesía desde todos los ángulos, o un trabajador incansable. Escribió cerca de cien novelas y relatos, magistralmente, y también se le llamó el padre del realismo literario. En sus narraciones nos pinta de cuerpo entero las vanidades, y el estilo de vida de muchos personajes de la época inmersos en una sociedad hipócrita, voluble y orgullosa. La humanidad siempre ha sido la misma en todos los tiempos, y Balzac supo captar los síntomas y consecuencias del ser humano a las mil maravillas.
Se cuenta que el padre de Balzac, no quería que su hijo fuese escritor sino notario, pero el célebre autor de la comedia humana insistió en ser literato. Y es que para el padre el Balzac, ser literato era morirse de hambre y tenía el concepto muy certero de que en literatura, «o se es rey o se es nada». Pero Balzac insistió sin ninguna duda en ser rey…
Escritor incansable y prolijo, dormía de las seis de la tarde hasta media noche, bebiendo algo así como 30 tazas de café en ese lapso, sin que le perjudicara al principio su salud. Para escribir tenía un método muy peculiar, se dice que cuando trabajaba en sus novelas, para no confundirse con sus personajes, utilizaba muñecas que llevaban un rótulo con su nombre correspondiente. Y cuando algún personaje moría en sus historias, tiraba la muñeca correspondiente debajo de la cama.
Honorato de Balzac (1799-1850) tenía un sistema antes de ponerse a escribir. Durante semanas enteras no trabajaba sino deambulaba por las calles de París, sin rumbo fijo, luego aparecía de pronto en alguna ciudad pequeña de provincia. Su labor consistía en observar o estudiar las costumbres de las gentes, buscando temas para sus obras. Luego se encerraba a escribir ignorando el mundo y sus problemas. Pese a su fecunda labor literaria, Balzac fue un hombre con muchas deudas. Se cuenta que hubo alguien que por una obra le iba a pagar tres mil francos, pero cuando supo en que lugar y en que ambiente vivía el célebre escritor, únicamente le ofreció pagarle trescientos francos, y Balzac sin ninguna protesta aceptó esa humillante cantidad.