«Honest Abe»


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Los resultados oficiales de las elecciones realizadas el 11 de septiembre, fueron publicados 16 dí­as después, el 28 de septiembre y al leer los nombres de los que ganaron una curul, vi que habí­a 88 nuevos diputados para el perí­odo 2012-2016. Los 70 restantes, del actual Congreso, no lograron su reelección. Me pregunté cuántos empleos hay en Guatemala con una remuneración de Q30.000 para arriba. Al acostumbrarse a este salario, será difí­cil volver a condiciones no tan favorables económicamente hablando. No intento profundizar en el asunto; fue por curiosidad que me hice esa pregunta.

Raymond J. Wennier

 


La vida de Abraham Lincoln demostró que él poseí­a todas las cualidades importantes de un gran lí­der como son la honestidad, integridad, empatí­a para el hombre común y corriente y un compromiso enorme hacia los derechos del individuo.  Esos valores y otros, fueron el resultado de la educación recibida en su familia durante sus años de crecimiento. Hablando de “Abe”, James MacGregor Burns apunta que las influencias más importantes que forman al lí­der, son experimentadas y practicadas en los años de la juventud. A continuación enfatizo unos principios de “Honest Abe” que se pueden aplicar a gente de negocios, polí­ticos, maestros y al hombre en general.

Sus años más productivos fueron entre 1861 y 1865. Su filosofí­a básica fue hablar con tantas personas como pudo hacerlo a menudo. Escuchar.  Pasó alrededor del 75% de su tiempo, en juntas con la gente. No importaba cuán ocupado estuviera, siempre encontraba tiempo para los que querí­an hablar con él. Esta filosofí­a está vigente hoy dí­a. En educación se  habla más a menudo de una educación personalizada y una supervisión educadora que acompaña al maestro. En otros campos, las autoridades tienen que tener contacto a menudo con los empleados y clientes en su lugar de operaciones y no solo escuchar informes de terceras personas. Lo mismo debe regir para el Presidente de la República y para los Diputados. Si no conocen la realidad, es muy difí­cil tomar buenas decisiones por falta de información correcta.

 Abe fue un lí­der que tomó las riendas, influenciando, guiando, enseñando y dirigiendo a la gente en las situaciones que necesitaban la atención personal del Presidente. En caso contrario delegaba la autoridad para lograr el cumplimiento de las metas propuestas. Durante el debate con Stephen A. Douglas en agosto de 1858, Lincoln dijo: “Con el sentimiento público, nada puede fracasar; sin eso nada puede tener éxito”. Hoy dí­a es necesario el proceso de “socialización” de visión y misión, leyes y acciones en educación, en lo polí­tico y en el comercio antes de tratar de implementarlas. En relación a la filosofí­a de “persuasión”, en 1850, Lincoln, abogado de 41 años de edad, dio una conferencia en la que aconsejó: “Evite litigar, persuada a sus vecinos a comprometerse  cuando puedan”. Ante un grupo en 1842, dijo: “Cuando la conducta de la persona es diseñada a ser influenciada, persuasión, amabilidad, persuasiones sin pretensiones, debe ser adoptado siempre…una gota de miel atrapa más moscas que un galón de bilis”. Exactamente lo que tenemos que hacer hoy dí­a en todos los campos de acción. La subida de  bilis hace actuar a la parte del cerebro dominada por lo más elemental, la sobrevivencia, que bloquea lo racional, lo pensado y las buenas decisiones. La fuerza es el último recurso cuando todas las demás medidas han fracasado. A Lincoln se le conoció como justo, sincero, directo, con principios morales bien arraigados y digno de confianza.

Por eso lo llamaban “Honest Abe”. Es sin duda su cualidad de honesto, la que lo hizo un lí­der notable. En relación a hoy dí­a,  primero va el papel del maestro que debe actuar con honestidad y así­ enseñarla a sus alumnos como una cualidad esencial en la vida. La honestidad mantiene la unidad de una organización. James MacGregor Burns dice: “Divorciado de la ética, el liderazgo es reducido a una administración y la polí­tica a una simple técnica”. “El administrador hace las cosas correctamente, el lí­der hace lo que es correcto hacer”, dicen Bennis and Nanus. Si un lí­der pierde la confianza de sus seguidores, jamás podrá recuperar el respeto y la estima. Es tan cierto que 150 años después lo estamos viviendo en carne propia. Se dice que: “Se puede engañar a algunas personas todo el tiempo, a todas las personas parte del tiempo pero no se puede engañar a todas las personas todo el tiempo”.

El estilo de liderazgo de Abraham Lincoln, según Donald T. Phillips, tení­a siete puntos esenciales: “í‰l era carismático, pero sin í­nfulas. Era rutinario, sin embargo demostraba flexibilidad. Fue ví­ctima de calumnias mal intencionadas, sin embargo, siempre gozaba de mucha popularidad entre la población. Tení­a confianza y compasión  para la gente, pero podí­a ser muy demandante y estricto cuando era necesario. Asumió riesgos y fue muy innovador, sin embargo, era paciente y calculador con la gente y en situaciones dadas. Era  orientado hacia resultados, dio tiempo y apoyo a sus seguidores para que los demostraran, si no lo hací­an, los removí­a de sus puestos. Controló eventos aun cuando decí­a que no, pero fue agresivo tomando el mando y fue extraordinariamente decidido”. Ciento cincuenta años después de la época del liderazgo de un Presidente, sus principios y su estilo aún están vigentes, Tomen nota educadores, administradores de negocios y sobre todo en estos dí­as, los polí­ticos. Gracias “Honest Abe” por su ejemplo.